Los cambios en el clima global
En las últimas décadas se han producido transformaciones muy relevantes en el clima global, siendo una de las más destacadas el aumento de las temperaturas en más de 1°C. ¿Cuándo empezaron a notarse esos cambios? ¿Los aumentos de las temperaturas se dieron en todo el planeta por igual? ¿Cuáles han sido los cambios más relevantes? ¿Por qué son importantes las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático?
La temperatura global aumentó 1,1 °C en el último decenio en comparación al período 1850-1900
El aumento de estos gases de efecto invernadero en la atmósfera hace que la Tierra esté experimentando alteraciones en diversas propiedades climáticas. Un indicador evidente del cambio climático es el aumento registrado en la temperatura global del planeta, de 1,1 °C. Este cálculo se basa en comparar las temperaturas del decenio 2011-2020 con el promedio de las del período 1850-1900, en el cual la Revolución Industrial estaba comenzando a desenvolverse en los países hoy desarrollados.
El calentamiento global no solo cambia la temperatura del planeta
De acuerdo con el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) el abrupto incremento en la concentración de las emisiones de GEI no sólo ha generado aumentos en las temperaturas. Además, se observan cambios en el ciclo de hielo del Ártico, en el pH de los océanos, en los patrones de viento y lluvias y aumentos de fenómenos climáticos extremos como sequías, fuertes precipitaciones, olas de calor e intensidad de los ciclones tropicales.
El calentamiento de la Tierra no es uniforme: es mayor en los continentes que en los océanos
El aumento más pronunciado de la temperatura ocurre sobre los continentes: en el período 2010-2020 el incremento respecto al promedio del período 1850-1900 fue de 1,59°C, mientras que en los océanos fue de 0,88°C (IPCC). Los continentes se calientan más rápido que los océanos porque la tierra absorbe calor y se calienta con la energía solar de manera más rápida. Por su parte, el agua del mar tarda más en calentarse y distribuye el calor de forma más uniforme a lo largo de su superficie y profundidades. Además, las corrientes marinas y la gran capacidad calorífica del océano ayudan a dispersar el calor, retrasando su calentamiento.
En las últimas décadas se han observado aumentos del nivel medio del mar
A nivel global, el nivel del mar se ha incrementado 9,7 cm en los últimos 30 años. Este aumento se debe en un 30% a la expansión térmica del océano y en un 60% al derretimiento de hielo, como los glaciares y las capas de hielo de la Antártida y Groenlandia. El 10% restante se relaciona con cambios en el almacenamiento de agua en tierra, como la humedad del suelo, las aguas superficiales y las aguas subterráneas. Estos cambios en el nivel del mar tienen importantes implicancias para el clima y el ambiente costero (SROC IPCC).
¿Por qué son importantes la mitigación y adaptación al cambio climático?
El aumento de los GEI actúa como el desencadenante inicial de una serie de efectos adversos en los sistemas naturales y en las sociedades humanas. Para evitar estos cambios y sus consecuencias negativas, que podrían llegar a niveles irreversibles y amenazar la sostenibilidad de la vida en la Tierra, es esencial tomar medidas urgentes que reduzcan las emisiones de GEI y limiten el calentamiento global. Estas medidas se dividen en dos categorías: adaptación y mitigación.
La adaptación implica fortalecer la resiliencia de comunidades, infraestructuras y ecosistemas para reducir la vulnerabilidad frente a los impactos del cambio climático, como inundaciones, sequías y eventos climáticos extremos. En tanto, la mitigación se centra en la reducción de las emisiones de GEI para frenar el calentamiento global a largo plazo.
Impacto, adaptación y vulnerabilidad al cambio climático en Argentina
El cambio climático genera una serie de impactos en los ecosistemas y las personas. Estos pueden ser directos (por ejemplo, por una ola de calor) o indirectos (por ejemplo, por una crisis económica causada por una disminución de las exportaciones debido a una sequía). Para Argentina, es una prioridad identificar y trabajar en la adaptación a las principales consecuencias que tendrá el cambio climático sobre el territorio y sus poblaciones. De esta manera será posible reducir los impactos del cambio climático sobre la sociedad, sobre todo en sus sectores más vulnerables.
¿Qué cambios hubo en el clima en Argentina en las últimas décadas? ¿Qué impactos y riesgos trae el cambio climático en nuestro país?
En los últimos 60 años, la temperatura en Argentina subió 0,7 °C
El incremento de las temperaturas en Argentina ha sido más moderado comparado con el promedio global: mientras que en nuestro país el aumento fue aproximadamente de 0,7°C entre 1961 y 2020, a nivel mundial el incremento rondó el 1°C en el mismo lapso (dato obtenido a partir de calcular una línea de tendencia de las temperaturas y tomando 1961 y 2020 como puntas).
Este fenómeno puede atribuirse a la ubicación de Argentina en el hemisferio sur, región que ha experimentado un menor ascenso de temperaturas en comparación con el hemisferio norte, debido a una serie de factores. Entre estos, se destacan la distinta distribución de masas de agua y tierra (siendo el hemisferio sur predominantemente más acuático que el norte) y el efecto conocido como “retroalimentación del albedo”1. Este último se refiere a la significativa reducción del albedo en el hemisferio norte debido al mayor deshielo en el Ártico comparado con la Antártida, lo que resulta en menos superficies blancas capaces de reflejar la luz solar y, por ende, en una mayor absorción de calor.
En buena parte del país, la temperatura mínima tuvo mayores aumentos que la temperatura máxima, que permaneció más estable, particularmente en algunas zonas del país, como el centro. Esta asimetría en el crecimiento de las temperaturas máximas y mínimas lleva a una reducción en el rango diario, principalmente por noches más cálidas. También acarrea cambios atmosféricos como mayor humedad, diferentes patrones de nubosidad y mayor retención de calor. Esto último incrementa la probabilidad de ocurrencia de olas de calor, entendidas como períodos de varios días en los cuales las temperaturas se ubican por encima de un umbral histórico determinado.
La suba en las temperaturas de Argentina no fue uniforme a nivel regional
En las últimas seis décadas, no todas las regiones de Argentina experimentaron un aumento en las temperaturas. Alrededor del 85% de la superficie del país registró incrementos térmicos, mientras que el restante 15% mostró descensos. Como se observa en el mapa, una amplia mayoría del territorio argentino se encuentra marcado en rojo, indicativo de significativas subidas de temperatura. En la Patagonia, el calentamiento ha sido particularmente acentuado, con incrementos superiores a 1°C en varias localidades. Algo similar se observa cerca de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por otro lado, en el centro del país, especialmente en varias zonas de la Pampa Húmeda, las temperaturas aumentaron en menor medida e incluso se registraron descensos, representados en el mapa con el color azul.
Desde 1960 se incrementó la cantidad de días con olas de calor y se redujo la cantidad de días con heladas
El aumento de las temperaturas conlleva un cambio considerable en la prevalencia de eventos climáticos extremos, con menor frecuencia de heladas y mayor cantidad de olas de calor. Los dos mapas muestran los cambios en la cantidad de días con heladas y con olas de calor entre 1960 y 2010. La menor frecuencia de días con heladas se da en casi todo el país, y particularmente más en Cuyo, el NOA y el norte de la Patagonia, que son zonas relativamente templadas.
La creciente frecuencia de las olas de calor, definidas como episodios donde la temperatura máxima de una región supera el percentil 90 de sus registros históricos durante al menos seis días consecutivos, se ha hecho notoria tanto en la Patagonia como en el este de Argentina, incluyendo el NEA y la parte oriental de la región pampeana.
Es importante destacar que esta definición de ola de calor se basa en comparaciones con la media histórica de cada región y que no existe una definición estandarizada. Por lo tanto, mientras que en el NEA los incrementos en la cantidad de días con temperaturas por encima del percentil 90 son especialmente significativos debido a sus ya altas temperaturas promedio, en la Patagonia estos incrementos se consideran menos relevantes, ya que las temperaturas de referencia en esta región no son tan altas.
Los cambios mencionados en las temperaturas extremas presentan efectos ambiguos a nivel social. Por un lado, la disminución del período de heladas facilita la actividad agropecuaria, particularmente en las zonas de climas templados y fríos, permitiendo por ejemplo dos cultivos por campaña. En contraste, la mayor frecuencia de olas de calor puede incidir negativamente en la salud (con los llamados “golpes de calor”) y también, de no mediar inversiones en infraestructura, en el colapso del sistema de distribución eléctrica ante los mayores picos de consumo para refrigeración.
Entre 1960 y 2010, la precipitación aumentó en gran parte del país, aunque con diferencias regionales relevantes
En los mapas puede verse, por un lado, las precipitaciones promedio anuales del período 1960-2010 y, por otro, la variación a lo largo del período. Debe tenerse en cuenta que se toma este período pues no existen estimaciones detalladas a nivel local para 1960-2020, y las aproximaciones que existen muestran resultados poco concluyentes2.
Como se observa en el mapa, los mayores aumentos se registraron en el noreste argentino, llegando a superar los 200 mm de diferencia en algunas zonas. Otras regiones semiáridas se volvieron más húmedas, lo que favoreció la expansión de la frontera agrícola. El incremento en las precipitaciones ha provocado cambios hidrológicos significativos en varias regiones, particularmente en el centro-este del país. En estas áreas, se ha notado cómo terrenos que anteriormente eran campos ahora se han convertido en lagunas permanentes, mientras que espejos de agua ya existentes han visto una expansión notable de su superficie.
Un ejemplo destacado de este fenómeno es la Laguna Mar Chiquita en Córdoba, que ha experimentado un aumento considerable en su extensión (SAyDS, 2015). A pesar de que esta situación proporciona un mayor suministro de agua para consumo humano y para la agricultura, el exceso de lluvia puede generar riesgos como inundaciones repentinas, afectando la seguridad y los medios de vida de las personas.
Hay regiones en donde se observan disminuciones de hasta 300 mm anuales, como en los Andes patagónicos, donde se parte de niveles de alta pluviosidad promedio. En tanto, en la región de Cuyo, las tendencias en los caudales de ríos indican posibles disminuciones en las precipitaciones en las altas cuencas de la Cordillera. Esta tendencia podría afectar la disponibilidad de agua para la agricultura, especialmente para la producción de vinos y frutas, y aumentar los conflictos relacionados con los usos del agua.
Debe tenerse en cuenta que, más allá de los cambios a largo plazo causados por el cambio climático, la variabilidad interanual en la cantidad de lluvia en períodos más cortos de tiempo (como años o incluso décadas) se explica en gran medida por los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña.
Entre 1960 y 2010, se incrementó la frecuencia de lluvias torrenciales e inundaciones urbanas
La mayor frecuencia de precipitaciones ha hecho que, en gran parte del país, se incrementen los días con precipitaciones torrenciales. El mapa izquierdo muestra cuántos milímetros caen en promedio en el día más lluvioso del año en una región determinada. Por ejemplo, en el día más lluvioso del año caen alrededor de 114 mm en Misiones, en tanto que en la zona de CABA cerca de 90 mm. Por su lado, el mapa de la derecha compara cuánto más (o menos) lluvioso se volvió el día de mayor precipitación del año, entre 1960 y 2010. Como se observa, gran parte del mapa está en verde, lo que indica que el día más lluvioso del año se volvió todavía más lluvioso, con diferencias superiores a los 20 mm en varias regiones del norte del país.
Una consecuencia de las precipitaciones más torrenciales ha sido el aumento en la frecuencia de inundaciones urbanas, con sus consiguientes daños en viviendas, infraestructura e incluso en pérdidas de vidas humanas. Este fenómeno ha sido exacerbado por la ocupación y el uso inadecuado del espacio urbano, creando áreas con alta vulnerabilidad a las inundaciones. Además, las infraestructuras hídricas, diseñadas en décadas anteriores cuando estos eventos climáticos eran menos frecuentes, han demostrado ser insuficientes ante los actuales patrones de precipitación (SAyDS, 2015).
Las cada vez más frecuentes inundaciones representan las catástrofes naturales que han causado los mayores estragos en Argentina durante las últimas décadas. Se calcula que, entre 1958 y 2021, las inundaciones urbanas han provocado aproximadamente 800 fallecimientos en el país y han afectado a unos 14,5 millones de personas. Además, en el período comprendido entre 1985 y 2003, Argentina se posicionó como un país con relativamente alto riesgo de sufrir inundaciones a nivel mundial, ocupando el puesto 36 en el ranking, según Christenson et al. (2014).
Si bien la mayor intensidad de las precipitaciones se ha dado en buena parte del país en las últimas décadas, en diversas regiones se ha intensificado la tendencia opuesta: el aumento en la duración de los períodos secos anuales. Por ejemplo, en Cuyo y el Norte, donde históricamente los inviernos eran de por sí secos, ahora se registra un prolongamiento de la temporada sin lluvias, conocida como la “racha seca”. Este fenómeno de extensión del “invierno seco” podría estar provocando desafíos significativos, como problemas en la disponibilidad de agua para ciertas comunidades, situaciones de estrés para la actividad ganadera y un aumento en las condiciones propicias para incendios forestales y de pastizales no controlados.
¿Cuáles son los cambios que se esperan a futuro en el clima en Argentina?
En Argentina, los principales impactos y riesgos (observados y proyectados) del cambio climático pueden resumirse en el esquema anterior, incluido en el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático (PNAyMCC).
Entre los cambios ya observados, se destaca la alta frecuencia de precipitaciones extremas e inundaciones en el Noreste y Litoral de Argentina; el retroceso en los caudales medios de los ríos de la Cuenca del Plata generados por los incrementos de las temperaturas y el retroceso de los glaciares en la Cordillera de los Andes. Además, ya se observa un aumento del nivel del mar en algunas zonas del litoral marítimo y de la costa del Río de la Plata. También se viene registrando un incremento del estrés hídrico por aumentos en las temperaturas en la zona del norte del país, que tenderán a exacerbarse con el tiempo.
Con el propósito de comprender cómo interactúan las futuras proyecciones climáticas con la exposición y vulnerabilidad de las distintas regiones de Argentina, el ex Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (actual Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes) ha desarrollado el Sistema de Mapas de Riesgo del Cambio Climático (SIMARCC). Este sistema integra proyecciones climáticas para los años 2030, 2050 y 2100, enfocándose en variables clave como la temperatura y las precipitaciones. El SIMARCC facilita el estudio del impacto territorial del cambio climático al permitir un análisis integrado con variables socioeconómicas de las diferentes regiones del país. Este enfoque proporciona una herramienta valiosa para la planificación estratégica y la toma de decisiones, orientadas a mitigar los efectos del cambio climático y fortalecer la resiliencia frente a estos desafíos.
Referencias
Bibliografía
Christenson, E., Elliott, M., Banerjee, O., Hamrick, L., y Bartram, J. (2014). Climate-related hazards: A method for global assessment of urban and rural population exposure to cyclones, droughts, and floods. International journal of environmental research and public health, 11(2), 2169-2192.
Intergovernmental Panel on Climate Change. (2019). IPCC Special Report on the Ocean and Cryosphere in a Changing Climate. In H.-O. Pörtner, D.C. Roberts, V. Masson-Delmotte, P. Zhai, M. Tignor, E. Poloczanska, K. Mintenbeck, A. Alegría, M. Nicolai, A. Okem, J. Petzold, B. Rama, y N.M. Weyer (Eds.), Cambridge University Press.
Intergovernmental Panel on Climate Change. (2021). Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. In V. Masson-Delmotte, P. Zhai, A. Pirani, S.L. Connors (Eds.).
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la República Argentina (2022). Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático.
Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable [SAyDS] (2015). Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático. Dirección Nacional de Cambio Climático, Buenos Aires.
Notas
1. El albedo es la porción de radiación que una superficie refleja respecto de la radiación que incide sobre ella. Las superficies claras y brillantes tienen valores de albedo superiores a las oscuras y opacas.
2. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) posee estimaciones de 1960-2020, pero se basa en pocos puntos y son registros limitados. Por otro lado, bases como el ERA5 o Chelsa, con información a nivel global, integran datos observados con modelos globales, pero la información no necesariamente está ajustada a los datos locales.
Existen metodologías para corregir las estimaciones del ERA5 a las observaciones locales, pero ese ejercicio se hizo para Argentina por última vez para el período 1960-2010. En el caso de las temperaturas, dado que las estimaciones del ERA5 y el SMN son similares para el período 1960-2020, se optó por considerar ambas fuentes. Ahora bien, en el caso de las precipitaciones, las tendencias son disímiles: mientras que el ERA5 muestra una estabilidad en las precipitaciones en gran parte del país, el SMN muestra un incremento marcado en buena parte del país y, en particular, en regiones como el Litoral. Por ello, se optó por tomar las tendencias para el período 1960-2010, basadas en una metodología más robusta.
Cita sugerida
Aneise, A. J., Möhle, E., Risaro, D. B. y Schteingart, D. (2024). Cambio climático. Argendata. Fundar.