Conceptos básicos
Conceptualmente, la pobreza implica estar por debajo de un umbral mínimo de bienestar. Pero, ¿cómo operativizar este concepto abstracto en un indicador concreto? Existen diversas metodologías para hacerlo y así medir la pobreza.
La más difundida es la pobreza monetaria (o por ingresos), que mide el bienestar de los hogares por su nivel de ingreso. La situación de pobreza se determina al comparar ese ingreso con un valor monetario: la línea de pobreza. Esta indica el monto requerido para adquirir los bienes y servicios considerados esenciales para alcanzar un nivel mínimo de bienestar. En la práctica, el ingreso de los hogares se compara con dos líneas distintas:
- Línea de indigencia: representa el costo de comprar una canasta básica alimentaria.
- Línea de pobreza: agrega al costo de la canasta básica alimentaria el monto necesario para adquirir bienes y servicios básicos no alimentarios.
Aunque sea el método más usado, existe un amplio consenso en que no captura todos los aspectos que influyen en el bienestar de las personas. Una alternativa es el método de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). En este, la pobreza de los hogares se determina a partir de un conjunto de privaciones materiales básicas relacionadas a la vivienda, al empleo y a la educación. Como alternativa superadora, se utiliza la medición de la pobreza multidimensional, cuya cobertura es más amplia que las NBI, y cuya metodología, más sofisticada, integra todas estas dimensiones en un índice.
En Argentina, la fuente principal que releva toda esta información es la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC.
La pobreza monetaria de Argentina en las últimas décadas
Si bien existen datos oficiales de pobreza monetaria desde 1974, los cambios metodológicos y en la cobertura territorial de los relevamientos que hace el INDEC vuelven difícil tener una serie homogénea en el tiempo desde entonces. En aras de tener una serie comparable, los datos que aquí se presentan se remontan hasta 19921. ¿Cómo evolucionó la pobreza por ingresos en las últimas décadas? ¿Qué ocurrió en los años más recientes?
Medida con la metodología actual, la tasa de pobreza nunca fue menor al 25% en los últimos 30 años
La pobreza por ingresos tuvo fuertes fluctuaciones en las últimas tres décadas. Medida con la actual metodología –vigente desde 2016–, en los primeros años del régimen de convertibilidad (1991-2001), la pobreza se redujo y alcanzó el 27% hacia fines de 1993. A partir de la “Crisis Tequila” (1995), la actividad económica sufrió un fuerte impacto, el desempleo se disparó y con ello creció el porcentaje de pobres entre 1994 y 1996. La economía volvió a crecer entre 1996 y 1998, pero también lo hizo la desigualdad. Esto impidió que ese crecimiento empujara la pobreza a la baja. La tasa de pobreza volvió a crecer durante la recesión de 1999-2001, y subió bruscamente en 2002 tras la salida de la convertibilidad, superando el 65% dicho año, la mayor marca de toda la serie.
La recuperación económica que comenzó hacia finales de 2002 hizo que la tasa de pobreza descendiera muy rápido. En 2006 se situó en valores similares a los que tenía en 1998, antes de la recesión y crisis de la convertibilidad. Luego de recuperar en 2006 el terreno perdido entre 1999 y 2002, la pobreza continuó cayendo hasta 2011 mientras la economía todavía crecía. Luego se estancó hasta 2013. El nivel de pobreza durante esos años, aproximadamente 26%, fue similar al valor mínimo alcanzado en el segundo semestre de 1993.
La devaluación de comienzos de 2014 provocó un salto de varios puntos en la tasa de pobreza, pero en el año siguiente hubo una recuperación parcial. Así, en 2015 la pobreza descendió ligeramente. En 2016 ocurrió algo similar a 2014 (devaluación con suba de la pobreza), y en 2017 algo parecido a 2015 (recuperación económica junto con reducción de la pobreza). Para 2017 la pobreza rozó otra vez al 25%, cifra similar a la de 1994 y 2013.
En los años siguientes, la evolución de la pobreza casi siempre trajo noticias negativas. Primero subió casi 10 puntos porcentuales (p.p.) entre 2017 y 2019 debido a la crisis cambiaria de 2018. Luego creció más de 6 p. p. durante la pandemia del COVID-19. Posteriormente se recuperó casi completamente esa suba entre 2021 y la primera parte de 2022. Desde entonces hubo un nuevo retroceso que hizo que la pobreza volviera a superar el 40%, valor similar al del pico de la pandemia (y a los valores observados en 2000 y 2006). Esta cifra se encuentra en un punto intermedio entre los pisos de la serie y el pico superior al 65% que se dio en el año 2002, tras la salida de la convertibilidad.
La pobreza monetaria de Argentina en perspectiva comparada
Para realizar una correcta comparación de los niveles de pobreza entre países se requiere de una armonización de las distintas estadísticas que construyen los institutos nacionales de estadística. El Banco Mundial, según datos suministrados por SEDLAC para América Latina, coordina distintos esfuerzos para intentar solucionar este problema de comparabilidad. ¿Cómo es la pobreza de Argentina comparada contra otros países del mundo y de la región? ¿Cómo evolucionó esta comparación en las últimas décadas?
Argentina tiene niveles de pobreza menores a la media mundial
En el ranking de países con menores tasas de pobreza, de los 109 con información disponible, Argentina se ubicó entre los primeros 45 países. La medición se realiza con la línea de pobreza internacional de 6,85 dólares por día ajustados por paridad de poder adquisitivo (PPA) de 20172. Esa posición no se modifica demasiado (fluctúa entre el puesto 42 y el 50) cuando se utilizan líneas más bajas (2,15 o 3,65 dólares diarios) o más altas (10 o 15 dólares diarios).
Si el análisis se focaliza en el nivel de pobreza más que en la posición en el ranking, la tasa de 11,2% de Argentina es más cercana a las que se observan en países desarrollados (cercanas a 0% en la mayoría de ellos) que a las que se verifican en varios países de Asia y en casi la totalidad de los países de África. En estos, más de la mitad de la población suele ser pobre según esta medición.
Debe tenerse en cuenta que esta línea de 6,85 dólares diarios a PPA es bastante menos exigente que la usada a nivel local. Según estimaciones del Banco Mundial, la línea argentina es de aproximadamente 13,3 dólares diarios a PPA. Este valor ubica a Argentina en el puesto 32 sobre 153 países en cuanto a la exigencia de líneas de pobreza. Es decir, la metodología argentina establece una vara relativamente alta para definir quién es pobre.
Argentina todavía es uno de los países con menores niveles de pobreza en América Latina
Argentina ha sido históricamente uno de los países con mayores niveles de PIB per cápita y con menores niveles de pobreza en América Latina. A pesar del pobre desempeño de la economía argentina desde 2011, ambas afirmaciones siguen siendo válidas en la actualidad. De hecho, en 2021 Argentina era el tercer país, por detrás de Uruguay y Chile. Esa posición en el ranking se mantiene para casi cualquier valor de la línea de pobreza que se utilice en las comparaciones. Si bien todavía no existe información comparable a nivel regional para 2023, es posible que la importante suba de la tasa de pobreza argentina a partir de 2022 se vea reflejada en una caída en el ranking para las próximas mediciones regionales.
Entre 2003 y 2021 el desempeño de Argentina fue similar al de la región, aunque ha empeorado desde 2013
Entre 2003 y 2021, la proporción de población argentina cuyos ingresos per cápita eran inferiores a 6,85 dólares por día a PPA 2017 se redujo en 19 puntos porcentuales (p.p.). Pasó de 29,6% a 10,6%. La evolución fue muy similar para el total de América Latina, donde la proporción de pobres con esa misma línea cayó 20,6 p.p. en el mismo período (de 49,7% a 29,1%).
El desempeño de Argentina fue mejor que el de la región entre 2003 y 2013. En ese período, la caída en la pobreza fue superior a 21 p.p. en Argentina, contra algo menos de 19 p.p. para la región. En parte, los mejores resultados de Argentina se explican porque los niveles de pobreza de principios de siglo XXI eran extraordinariamente altos para la historia del país. Entre 2013 y 2021 ocurrió lo contrario: el desempeño de Argentina fue peor al del promedio de América Latina, ya que la pobreza se incrementó en algo más de 2 p.p. en el país, mientras que en la región, por su parte, cayó en 2 p.p.
La pobreza monetaria a nivel subnacional
A lo largo de su historia, Argentina se caracterizó por tener grandes diferencias regionales en materia de desarrollo. Estas se reflejan en los mayores niveles de pobreza de las provincias del norte y el conurbano bonaerense respecto al resto. No obstante, al observar la evolución de la pobreza monetaria, las trayectorias subnacionales (o regionales)3 muestran cierta independencia. ¿Cómo evolucionó la pobreza por ingresos entre las distintas regiones de Argentina?
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene los menores niveles de pobreza monetaria
La CABA es, con claridad, el área del país donde se observan los menores niveles de pobreza monetaria. Aunque la diferencia depende del momento del tiempo que se analice, en general se verifica que la tasa de pobreza en CABA es algo más de 20 p.p. menor a la tasa de pobreza a nivel nacional. La Patagonia se ubica en segundo lugar, con cifras entre 5 y 7 p.p. menores que el promedio nacional. Luego, la región Pampeana es la que más frecuentemente ocupa el tercer lugar del ranking.
Como se suponía en base a sus niveles de desarrollo económico, los partidos del GBA, el NEA y el NOA son las regiones que suelen mostrar los mayores niveles de pobreza del país. En el caso de los partidos del GBA, su tasa de pobreza supera a la nacional en aproximadamente 5 p.p. (dependiendo la diferencia del período considerado).
Los mayores niveles de indigencia se dan en el NEA y en los partidos del GBA
Los niveles de indigencia muestran a grandes rasgos un panorama regional similar que el de las tasas de pobreza. El NEA y los partidos del GBA se ubican peor posicionados, con cifras que en los últimos años han tendido a superar el 10%. Por contraste, la CABA y la Patagonia, y en algunos casos Cuyo, emergen como las regiones con tasas de indigencia más bajas y por lo general inferiores al 8%. Entre estos extremos, el NOA y la región Pampeana presentan niveles de indigencia más cercanos (o levemente inferiores) a la media nacional.
Pobreza monetaria y género
Las discusiones sobre las desigualdades de género, así también como las políticas diseñadas con el objetivo de reducirlas, han estado cada vez más presentes en la sociedad argentina. En este sentido, analizar el vínculo entre género y pobreza ayuda a tener una comprensión más integral del fenómeno de la pobreza. ¿Qué desafíos metodológicos presenta la perspectiva de género en la medición de la pobreza? ¿Cuáles son las diferencias entre las tasas de pobreza e indigencia de varones y mujeres?
La metodología oficial de medición de la pobreza en Argentina no permite captar las diferencias entre mujeres y varones
Los reportes oficiales de pobreza del INDEC no incluyen estadísticas desagregadas por género. En efecto, la metodología utilizada en Argentina para medir la pobreza monetaria tiende a invisibilizar estas diferencias.
Esto ocurre porque uno de los supuestos principales en la medición de la pobreza monetaria es que los recursos monetarios que obtienen los miembros de cada hogar se comparten equitativamente4. Puesto en otros términos, en la medición se supone que no existe desigualdad al interior del hogar, y que varones y mujeres (o adultos y niños) satisfacen sus necesidades en la misma proporción. Por esta razón, todos los miembros de un mismo hogar son clasificados como pobres o como no pobres, no existiendo casos donde un miembro de un hogar sea pobre y otro no, aunque eso podría darse en la práctica. De hecho, muchas investigaciones señalan que la existencia de desigualdad intrahogar es más la norma que la excepción, y que la misma se materializa en contra de mujeres y niños.
Desafortunadamente, esa desigualdad intrahogar no es bien capturada en la medición de pobreza en Argentina, por lo que las estimaciones que se realizan con la metodología oficial no encuentran grandes diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la incidencia de la pobreza, tal como se ve en el gráfico anterior. Más aún, en la mayoría de los semestres el nivel de pobreza en la población femenina tiende a ser ligeramente menor al que se observa entre los varones.
Las tasas de indigencia y pobreza son mayores en los hogares con jefa mujer
Como se dijo, la información disponible en la EPH no permite ajustar las mediciones de indigencia y pobreza de forma tal de identificar si las tasas de indigencia y pobreza difieren entre mujeres y varones. Sin embargo, es posible identificar manifestaciones de la desigualdad de género en las mediciones de pobreza según jefatura de hogar.
Las tasas de indigencia y pobreza son significativamente más altas (3,6 p.p. y 8,8 p.p, respectivamente) entre los individuos que pertenecen a hogares con jefa mujer que entre los individuos que forman parte de hogares donde el jefe es varón. En los hogares con jefa mujer es mayor la proporción de hogares sin cónyuge y con hijos a cargo, lo que se denomina monomarentalidad. En estos hogares, hay un adulto menos capaz de generar ingresos. Por esto mismo, la carga de los cuidados de los niños recae enteramente sobre las mujeres (único adulto en el hogar), lo que limita su potencial para participar en el mercado laboral.
Pobreza monetaria y mercado laboral
La mayoría de los hogares encuentra en el mercado laboral su principal fuente de [ingresos. Esta afirmación es particularmente válida para quienes están cerca de la línea de pobreza, dado que no suelen percibir ingresos por otras vías, como puede ser el caso de las transferencias estatales, que están más dirigidas hacia los indigentes. Es por ello que el desempeño del mercado laboral es clave para entender la evolución de la pobreza.
La tasa de pobreza es mayor en los desocupados que en los inactivos y los ocupados
Previsiblemente, quienes trabajan presentan menores niveles de pobreza que quienes no lo hacen. No obstante, al interior del segundo grupo hay claras diferencias entre los desocupados y los inactivos, siendo que estos últimos presentan tasas de pobreza sistemáticamente menores.
Vale recordar que la condición de inactividad representa una elección voluntaria de los individuos, quienes deciden no participar del mercado laboral. En muchos casos, esa elección refleja una situación donde la persona no tiene la necesidad de hacerlo, en la medida que dispone de recursos suficientes para cubrir sus necesidades (tiene ingresos de otras fuentes u otros miembros de su hogar obtiene ingresos laborales suficientes). Por el contrario, la situación de los desocupados es involuntaria, son casos en que se intenta sin éxito conseguir un trabajo.
Más allá de las diferencias de niveles de pobreza entre ocupados, desocupados e inactivos, la evolución de las tasas ha sido muy similar en los tres segmentos. Se observa una baja sostenida entre 2003 y 2011, estancamiento entre 2011 y 2017 y crecimiento desde entonces.
Entre los ocupados, los cuentapropistas no profesionales y los asalariados informales son los trabajadores con mayores niveles de pobreza
Existe una gran heterogeneidad en las tasas de pobreza dentro del grupo de personas ocupadas. Específicamente, se observa que los asalariados informales (sin descuento jubilatorio) y los cuentapropistas no profesionales (con educación menor a superior completa) tienen las tasas de pobreza más elevadas entre la población ocupada. En 2023, prácticamente la mitad de estos trabajadores eran pobres, una cifra que más que duplica al resto de los ocupados.
En contraste, las menores tasas de pobreza entre trabajadores se observan entre quienes trabajan como patrones, asalariados formales (con descuento jubilatorio) y cuentapropistas profesionales5. Las tasas de pobreza para esos grupos de trabajadores se ubicaron en torno al 20% en 2023.
Comparativamente, en el período 2003-2023 hay algunos aspectos particularmente destacables de la evolución de la pobreza entre los distintos grupos de ocupados:
- La tasa de pobreza entre cuentapropistas no profesionales y asalariados informales parece haber evolucionado a la par en casi todo el período analizado.
- A comienzos del período, los cuentapropistas profesionales tenían tasas de pobreza menores a las de cualquier otro grupo, pero con el tiempo el nivel de pobreza entre ellos fue convergiendo al de asalariados formales y patrones.
- Entre los grupos de trabajadores con niveles de pobreza relativamente bajos, los patrones fueron los más afectados por la caída en la actividad económica ocurrida durante la pandemia del COVID-19. De hecho, el salto en la tasa de pobreza de este grupo que se dio en ese momento se mantuvo durante varios semestres.
Pobreza y educación
El rol fundamental de la educación en el desarrollo económico es un hecho ampliamente reconocido y documentado. Pero además de su importancia como factor de desarrollo de los países, la educación es considerada un derecho humano, y es una herramienta fundamental con la que cuentan los individuos para mejorar sus niveles de vida. ¿Cómo son las tasas de pobreza según nivel educativo en Argentina? ¿Qué cambios hubo en las últimas décadas?
La probabilidad de ser pobre se reduce a mayor nivel educativo alcanzado
La probabilidad de estar ocupado y la calidad del empleo al que puede acceder una persona se relacionan positivamente con su nivel educativo alcanzado. Asimismo, existe abundante evidencia que muestra que los ingresos laborales crecen con el nivel educativo del trabajador, lo que en la literatura especializada se conoce como “retornos a la educación”. En ese sentido, es esperable que las tasas de indigencia y pobreza monetaria sean menores cuanto mayor el nivel educativo alcanzado. De hecho, este es uno de los motores principales de la movilidad socioeconómica.
Los datos de la EPH confirman la afirmación anterior, mostrando que las tasas de indigencia y pobreza decrecen al incrementarse el nivel de educación del grupo que se considere. Vale la pena mencionar algunos aspectos de esta relación:
- La diferencia es pequeña entre quienes alcanzaron primaria completa o menos y los que alcanzaron secundaria incompleta.
- Cada nivel educativo superior, a partir de secundaria incompleta, supone una caída en la tasa de indigencia y pobreza.
- Al comparar individuos con secundaria completa con el promedio poblacional, los primeros tienen tasas de indigencia algo menores y tasas de pobreza algo mayores.
La tasa de pobreza tiene menor variabilidad en el tiempo entre los más educados
Cuando la tasa de pobreza varía entre períodos, normalmente lo hace en la misma dirección para cualquier grupo poblacional que se considere6. La afirmación anterior es válida para el caso de los grupos educativos, tal como lo evidencian las estimaciones para 2003-2023. Sin embargo, la magnitud de los movimientos, en uno u otro sentido, tiende a ser mucho menor cuanto mayor es el nivel educativo alcanzado por el grupo. Esta particularidad se verifica tanto en el crecimiento de la pobreza que se dio entre 2013 y 2014, como en las subas que se observaron entre 2017 y 2020, y desde comienzos de 2022.
Los grupos educativos que muestran mayor variabilidad en las tasas de pobreza son los compuestos por individuos con primaria completa o menos, secundaria incompleta y secundaria completa. La explicación de esta regularidad se encuentra en la relación entre nivel educativo e ingresos y el valor de la línea de pobreza.
En el caso de los grupos de menor nivel educativo, una alta proporción de individuos tiene ingresos muy cercanos a la línea de pobreza (apenas menores o mayores), por lo que movimientos relativamente pequeños en la actividad económica (y por ende, en sus ingresos) los desplaza dentro o fuera de la pobreza. Por el contrario, en los grupos de mayor nivel educativo, los ingresos de la mayoría se sitúan en valores muy por encima de la línea, por lo que los movimientos de la actividad económica no impactan demasiado en su estatus de pobreza.
Pobreza monetaria por grupos etarios
Existen amplias diferencias en la incidencia de la pobreza entre grupos etarios. ¿En qué franjas etarias la pobreza es más alta? ¿En cuáles más baja? ¿A qué se deben esas diferencias?
La pobreza es mayor en los niños y menor en los adultos mayores
En los últimos 20 años, el porcentaje de niños (0 a 14 años) en situación de pobreza fue siempre mayor a la proporción de jóvenes (15 a 29 años) en la misma condición. A su vez, esta siempre superó al porcentaje de adultos (30 a 64 años) pobres.
Al mismo tiempo, la tasa de pobreza entre los adultos mayores (65 años y más) fue significativamente menor comparada con el resto de los grupos etarios. En definitiva, a mayor edad, menos pobreza. Si bien siempre existió esa diferencia, la apertura de la moratoria previsional en 2005 contribuyó a profundizarla. En la actualidad, casi el 95% de los adultos mayores recibe ingresos del sistema previsional.
En general, la evolución en las tasas de pobreza para los distintos grupos etarios es similar, con la excepción de los adultos mayores en ciertos momentos. Al ser este un grupo cuya fuente principal de ingresos no es el mercado laboral, sus tasas de pobreza se correlacionan menos con los movimientos de la actividad económica, y más con lo que ocurre con la cobertura previsional (esto es, variaciones en la población mayor que recibe haberes) y el poder adquisitivo de las jubilaciones y pensiones.
La composición y el tamaño de los hogares explica, en parte, la elevada pobreza en niños y la baja pobreza en adultos mayores
Aunque la tasa de pobreza entre adultos mayores es significativamente más baja que la tasa de pobreza en cualquier otro grupo etario, existen diferencias importantes en las tasas de pobreza entre adultos mayores de acuerdo con la composición y el tamaño de los hogares a los que pertenecen. Más de la mitad de los adultos mayores pertenecen a hogares con pocos miembros. Suelen vivir solos o convivir con una o más personas del mismo grupo etario. Entre ellos, la tasa de pobreza es solamente del 2,6%. Esto contrasta marcadamente con la tasa de pobreza del 41,5% que sufren los adultos mayores que viven en hogares con más miembros, donde hay al menos un menor de 18 años.
Por su parte, las elevadas tasas de pobreza entre niños de hasta 14 años también son en parte explicadas por la composición y el tamaño de los hogares en los que residen. Como lo confirma el gráfico, las tasas de pobreza tienden a ser mayores en hogares con más miembros. Más específicamente, el 79,5% de los niños que tienen 2 o más hermanos son pobres, porcentaje que cae al 45,9% entre los niños que tienen únicamente un hermano/a, y al 34,8% entre los niños que no tienen hermanos.
Pobreza y transferencias del Estado
Los programas de transferencias monetarias tienen como objetivo explícito mejorar el bienestar de los hogares beneficiarios en el corto plazo. En las últimas décadas, sobre todo desde la implementación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) en 2009, las transferencias monetarias no contributivas se volvieron un pilar clave del sistema de protección social en Argentina. En junio de 2023, la AUH llegaba a 4,2 millones de beneficiarios directos7. ¿Cuál ha sido el impacto de los programas de transferencias monetarias no contributivas en las tasas de indigencia y pobreza?
Las transferencias estatales reducen más la indigencia que la pobreza
De acuerdo con la EPH, las transferencias estatales se concentran mayormente en los hogares de menores ingresos. En 2023, el 27,9% de los beneficiarios pertenecían al 10% de los individuos más pobres en la distribución del ingreso antes de las transferencias, mientras que 21,8% pertenece al 10% siguiente de la distribución. Eso implica que cerca de la mitad de los beneficiarios pertenece al 20% (quintil 1) más pobre de la población.
A su vez, algo más de un cuarto de los beneficiarios (28,4%) pertenece al siguiente quintil. Esta distribución de beneficiarios sugiere que el impacto de las transferencias es mayor en reducir la indigencia que en bajar la pobreza. La información de la EPH lo confirma: en 2023, las transferencias permitieron reducir 4,5 p.p. la indigencia y 1,7 p.p. la pobreza. Si miramos los últimos 20 años, vemos que, en promedio, el impacto de las transferencias en la reducción de la indigencia duplicó al que tuvieron en la disminución de la pobreza.
La evolución en el tiempo del impacto de las transferencias estatales en indigencia y pobreza permite identificar la implementación de ciertas políticas. A partir de 2010 se observa un (moderado) incremento en los impactos, asociado a la creación de la AUH, que sustituyó y expandió otros programas. Por su parte, en 2020 se observa un fuerte crecimiento en los impactos producto de los programas implementados durante la pandemia del COVID-19, como el Ingreso Familiar de Emergencia, y el Programa Alimentar (el que se sostuvo hasta la actualidad y explica los mayores impactos pospandemia en relación con la situación prepandemia).
El impacto de las transferencias en la indigencia y la pobreza es mayor entre los menores de 18 años que en otros grupos etarios
Para ser beneficiarias de la AUH, entre otras condiciones, las familias deben tener hijos menores de 18 años. El Programa Alimentar beneficia a las mismas familias, pero condiciona el beneficio a la presencia de hijos de hasta 14 años inclusive.
Este diseño de los programas de transferencias implica que el impacto en la indigencia y la pobreza de los programas debería ser mayor entre los menores de 18 años que entre cualquier otro grupo etario, como se comprueba con los datos de la EPH. En casi todo el período el impacto de las transferencias estatales en las tasas de indigencia entre los menores de 18 años prácticamente duplicó el impacto que tuvo en las tasas de indigencia de la población general (incluyendo a los menores de 18 años). A 2023, las transferencias permitieron reducir la indigencia 8,8 p.p. en los menores de 18 años, mientras que en la población total dicha cifra fue de 4,5 p.p.
Pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas y Pobreza Multidimensional
Además de poder medir la pobreza a través de comparaciones de ingresos contra una canasta básica, también se pueden tomar otros umbrales mínimos de bienestar. El método de las necesidades básicas insatisfechas (NBI), que el INDEC publica desde 1980, es un ejemplo de ello. Con este enfoque, se busca captar situaciones de pobreza estructural relacionadas con condiciones materiales básicas. Mide condiciones de vivienda, sanitarias, hacinamiento, asistencia escolar de menores y capacidad de generación de ingresos en el hogar.
En el pasado, muchos países usaban el indicador NBI como complemento a la medición de pobreza monetaria. Sin embargo, su uso fue reemplazado por índices de pobreza multidimensional. El INDEC todavía no publica este tipo de índices, pero es posible aproximarse a ellos a partir de la EPH. ¿Cómo evolucionó la pobreza multidimensional y por NBI en Argentina en las últimas décadas? ¿Qué diferencias existen entre las provincias?
El porcentaje de hogares pobres por NBI cayó marcadamente entre 1980 y 2010
Según las estimaciones de INDEC, el porcentaje de hogares con al menos una NBI8 decreció en todos los censos posteriores al de 1980. En ese año, el porcentaje era del 22,3%, pero cayó fuertemente en 1991 hasta 16,5%. Los avances no fueron tan importantes entre 1991 y 2001, aunque hubo un nuevo descenso hasta 14,3%. El censo de 2010 volvió a mostrar una importante mejora, con el porcentaje de hogares pobres por NBI en 9,1%. A la fecha, aún no se han publicado datos de NBI referidos al censo 2022.
Aunque entre 1980 y 2010 hubo cierta convergencia en la reducción de hogares con NBI, todavía existe una elevada heterogeneidad provincial
Entre 1980 y 2010, las mejoras en el indicador de NBI se dieron en todas las provincias. En general, las que más mejoraron son aquellas que inicialmente estaban en peor situación: Formosa, Santiago del Estero, Jujuy, Chaco, Salta, Corrientes y Misiones. En 2010, las provincias con mejores indicadores fueron las de la región Pampeana: La Pampa, CABA, Córdoba, Buenos Aires sin los partidos del GBA y Santa Fe. Por otro lado, las de peores números son del NEA y el NOA: por un lado Formosa, Chaco, Misiones y Corrientes, y por el otro Salta, Santiago del Estero y Jujuy.
Si bien todavía existen diferencias claras, la brecha entre las provincias con el peor (Formosa) y el mejor indicador (La Pampa) se redujo de 28,0 p.p. a 15,9 p.p. en los 30 años del período.
En los últimos 20 años, el porcentaje de pobres multidimensionales disminuyó notoriamente pero el ritmo de mejora se desaceleró
Al igual que en la medición monetaria, en las estimaciones de pobreza multidimensional se deben tomar ciertas decisiones metodológicas, que afectan a posteriori el nivel de pobreza que se estima.
El gráfico presentado ofrece una comparativa de dos estimaciones alternativas sobre la pobreza multidimensional en Argentina. Para estas, se utilizan datos de la EPH en lugar de los censos nacionales. Este enfoque permite un análisis anualizado y actualizado de la situación.
Aunque el método guarda similitudes con el análisis de pobreza por NBI derivado de los censos, difiere en su operacionalización al emplear 11 indicadores distribuidos en 4 dimensiones clave: características de la vivienda, acceso a servicios básicos de infraestructura, educación, y empleo y protección social9. Esto contrasta con los 5 indicadores distribuidos en 5 dimensiones utilizados en los censos. Además, la EPH se centra exclusivamente en 31 grandes aglomerados urbanos, mientras que el censo abarca la totalidad de la población nacional.
En las dos estimaciones del gráfico anterior se utilizan las mismas dimensiones e indicadores de privación, pero difieren en la “exigencia” de la línea. La curva de k=0,25 muestra la tasa de pobreza multidimensional en donde un hogar determinado no satisface al menos el 25% de los 11 indicadores incluidos en el índice para ser considerado pobre multidimensional. La curva de k=0,35 es menos exigente, ya que considera como pobres a aquellos hogares que están privados en al menos el 35% de los 11 indicadores para ser considerados pobres multidimensionales.
El gráfico indica que el porcentaje de población en situación de pobreza multidimensional presentó una fuerte caída en los últimos 20 años: de 25,6% a 8,9%, o de 15,3% a 3,1%, según el umbral multidimensional considerado. Gran parte de la mejora se concentró entre 2003 y 2013.
En los últimos 10 años hubo avances, pero estos se intercalaron con años de estancamiento, e incluso retroceso, como por ejemplo en el 2020 (por la pandemia del COVID-19). En 2021 el índice retomó la senda de mejora, volviendo a niveles compatibles con la tendencia anterior al estancamiento. La mayor parte de la caída en el indicador se explica por los avances desde 2003 en materia de saneamiento adecuado, rezago escolar de niños, nivel educativo de adultos, empleo adecuado y acceso a protección social.
CABA y la Patagonia son las regiones donde la pobreza multidimensional es menor, mientras que el mayor valor del índice se observa en los partidos del GBA
Si bien en el período 2003-2023 la pobreza multidimensional disminuyó en todas las regiones, la incidencia del fenómeno todavía difiere entre ellas. Cuanto más estricto el umbral multidimensional que se utilice, más notorias son las diferencias regionales. En cualquier caso, la CABA y la Patagonia son las regiones donde más baja es la pobreza multidimensional. Luego las sigue Cuyo en tercer lugar. Por su parte, los partidos del Gran Buenos Aires constituyen la región con mayor pobreza multidimensional. Principalmente, explican ese resultado el relativamente bajo acceso al agua corriente y al saneamiento adecuado.
Referencias
Notas
1. Entre 2007 y 2015, los datos de inflación provistos por el INDEC estuvieron subestimados, de modo que se tomaron índices alternativos de precios.
2. Las líneas de pobreza calculadas a PPA garantizan que el poder adquisitivo que representan dichas líneas sea el mismo en todos los países. En otros términos, el ajuste por PPA procura captar el hecho de que una misma canasta básica no cuesta lo mismo en un país que en otro o, en otros términos, que un dólar no compra lo mismo en el país A respecto al país B.
3. A pesar de que el INDEC presenta datos desagregados por provincias, el reducido tamaño de la muestra de la Encuesta Permanente de Hogares en algunas de ellas hace que las tasas observadas muestren una elevada volatilidad en el tiempo, por lo que sus resultados no son del todo informativos. Es por ello que se ha preferido presentar los datos a nivel regional.
4. Estrictamente, se reparten en forma proporcional a las necesidades energéticas de cada miembro, las que dependen del género y edad. Esas necesidades energéticas son menores para mujeres y niños, lo que técnicamente significa que mujeres y niños tendrán asociado un menor coeficiente de “adulto equivalente”.
5. En esta categoría se agrupan los profesionales que trabajan por su cuenta: abogados, contadores, médicos, etc.
6. La excepción podrían ser aquellos casos donde en un período determinado se implementa (o deja de implementar) alguna política que afecta mayormente a un cierto grupo poblacional.
7. Existen otros beneficios no contributivos relevantes en Argentina, como por ejemplo la Pensión Universal para el Adulto Mayor –PUAM– y las pensiones por invalidez y para madres de 7 o más hijos, que en junio de 2023 alcanzaban a 1,9 millones de beneficiarios adicionales a los de la AUH. Desafortunadamente, la EPH no permite identificar a los beneficiarios de pensiones no contributivas, mientras que los beneficiarios de la AUH y otras transferencias similares solo se pueden identificar aproximadamente a través de una variable que captura ingresos provenientes de “subsidios o ayuda social en dinero del gobierno, iglesias, etc.”
8. Hogares con NBI son aquellos que presentan al menos una de las siguientes privaciones: 1) Vivienda: moran en habitaciones de inquilinato, hotel o pensión, viviendas no destinadas a fines habitacionales, viviendas precarias u otro tipo de vivienda; 2) Condiciones sanitarias: no poseen retrete; 3) Hacinamiento crítico: tienen más de 3 personas por cuarto de uso exclusivo del hogar; 4) Asistencia escolar: tienen al menos un niño de entre 6 y 12 años que no asiste a la escuela; y 5) Capacidad de subsistencia: tienen 4 o más personas por miembro ocupado, y el jefe no completó 3° grado de escolaridad primaria.
9. Primera dimensión (características habitacionales): 1) calidad de los materiales de la vivienda; 2) hacinamiento; 3) tenencia de la vivienda. Segunda dimensión (acceso a servicios básicos de infraestructura): 4) disponibilidad de agua corriente en la vivienda; 5) saneamiento adecuado; 6) acceso a gas de red o de garrafa. Tercera dimensión (acceso a educación): 7) asistencia escolar de menores; 8) brecha/rezago escolar de menores; 9) nivel educativo de adultos. Cuarta dimensión (empleo y protección social): 10) empleo adecuado; 11) acceso a protección social.
Cita sugerida
Tornarolli, L. (2024). Pobreza. Argendata. Fundar.