Evolución de los ingresos familiares
El ingreso familiar es una de las métricas más utilizadas para comprender la dinámica de los ingresos de un país. En general, se estila usar el ingreso per cápita familiar, que se obtiene dividiendo el ingreso total del hogar por el número de miembros.
Como en la mayoría de los países del mundo, en Argentina los análisis y mediciones de ingresos familiares se realizan empleando la información que proveen las encuestas de hogares. En estas se indaga sobre los ingresos de fuentes laborales (provienen de los diferentes tipos de ocupaciones) y no laborales (jubilaciones y pensiones, rentas de la propiedad/activos, otras transferencias) que obtienen los distintos miembros del hogar. El ingreso familiar total se obtiene como la suma de los ingresos que recibe cada uno de los individuos que componen el hogar.
A diferencia de los registros administrativos –en donde, por ejemplo, la información de salarios surge de los recibos de sueldo que las empresas declaran ante el fisco–, las encuestas de hogares tienen el problema de la subdeclaración de ingresos. La misma tiende a ser mayor cuanto más alto se ubica un individuo en la pirámide de ingresos1.
Sin embargo, los registros administrativos, al no informar sobre los ingresos generados por el empleo no registrado, no son un buen sustituto para las encuestas de hogares. Es por ello que, a pesar del problema de la subdeclaración, las encuestas de hogares continúan siendo muy utilizadas para analizar los ingresos familiares. Aquí se utilizarán mayormente datos provistos por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC.
En los últimos años se observó una importante caída en el ingreso per cápita familiar
Aunque luego de salir de la Convertibilidad se logró encadenar varios años consecutivos de crecimiento económico, Argentina no fue capaz de sostener ese proceso más allá de 2011. A partir de entonces, se alternaron algunos años de crecimiento y varios años de caída en la actividad económica. Estos se tradujeron en importantes fluctuaciones en los ingresos familiares, que cayeron significativamente desde 2017 a la actualidad.
Entre 2003 y 2011, período de crecimiento económico, el ingreso per cápita familiar acumuló un crecimiento del 57,5%. A partir de entonces, los ingresos familiares siguieron una trayectoria con muchos vaivenes. Entre 2011 y 2017 los ingresos estuvieron relativamente estables, para luego contraerse 23,5% entre finales de 2017 y finales de 2020.
Las crisis cambiarias de 2018 y 2019 y la contracción económica producto de la pandemia de COVID-19 son los factores que explican ese resultado. Los ingresos familiares acompañaron la recuperación económica que se observó en 2021, aunque el crecimiento no fue suficiente para compensar la caída que sufrieron durante 2020. Como resultado de todo este proceso, en 2023 el ingreso familiar per cápita fue, en promedio, un 19% menor que en 2011, situándose en valores similares a los que tenía en 2006.
Los ingresos familiares de Argentina en el contexto latinoamericano
Comparar el desempeño argentino con otros países de la región permite contextualizar mejor lo ocurrido en Argentina. El análisis comparativo de ingresos entre países enfrenta ciertas complicaciones metodológicas, ya que las encuestas de hogares difieren en varios aspectos. Estos pueden ser la cobertura geográfica, cuestiones muestrales o el diseño del cuestionario, entre otros. Las estadísticas presentadas y discutidas en los siguientes párrafos muestran cómo se comparan los ingresos familiares per cápita de Argentina con otros países de la región. Las mismas se obtienen del proyecto SEDLAC (CEDLAS-UNLP y el Banco Mundial), el que produce, entre otras cosas, estimaciones de ingresos familiares comparables entre países.
Argentina todavía tiene un nivel medio-alto de ingreso per cápita familiar en América Latina
Tradicionalmente, Argentina se ha destacado por tener un ingreso per cápita familiar relativamente alto en comparación con otros países de América Latina. Incluso llegó a ser el país con mayor nivel de ingreso per cápita familiar durante ciertos períodos.
En la actualidad, Argentina puede considerarse como un país de ingreso per cápita familiar medio-alto en la región. De acuerdo con la información disponible para 2022, Argentina se ubicaba en la quinta posición en el ranking de países de América Latina con mayor nivel de ingreso per cápita familiar, con 695 dólares a paridad de poder adquisitivo2 de 2017. Los cuatro países que superan a la Argentina en ese ranking son Panamá (916), Chile (865), Uruguay (845) y Costa Rica (744).
Aunque el ingreso per cápita familiar de Argentina es mayor al promedio de la región, la brecha ha tendido a achicarse a partir de 2011
En el período 1992-2021, el ingreso per cápita familiar de Argentina siempre fue mayor al ingreso per cápita familiar promedio de América Latina. En 1992, el ingreso per cápita familiar de Argentina más que duplicaba al promedio de América Latina.
La crisis de la salida de la Convertibilidad prácticamente eliminó la diferencia entre Argentina y la región, pero la brecha volvió a crecer con la recuperación post crisis. En 2011, el ingreso per cápita familiar en Argentina era un 77% más alto que el ingreso per cápita familiar promedio de la región.
Desde entonces, el ingreso per cápita familiar promedio de la región continuó creciendo lentamente. Por su parte, Argentina se estancó hasta 2017, para luego entrar en un período de caída. Fruto de ello, en 2021 la brecha entre Argentina y el promedio de América Latina fue del 43%. Esta convergencia de Argentina hacia el ingreso promedio de la región también se evidencia cuando vemos el PIB per cápita capturado por las cuentas nacionales –que además de los ingresos generados en la economía que van a los hogares, también incluyen otros ingresos, como la retribución al capital–.
Los ingresos familiares a nivel subnacional
Las diferencias en desarrollo económico que siempre han existido entre distintos territorios de Argentina también se observan en el ingreso per cápita familiar. En consonancia con lo que ocurre con otras variables monetarias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) muestra los mayores niveles de ingreso per cápita, aunque la brecha con el resto del país ha tendido a achicarse. ¿Cuáles son las regiones de mayores ingresos familiares? ¿Cómo han sido sus distintas evoluciones?
CABA y la Patagonia son las regiones donde el ingreso per cápita familiar es superior al promedio nacional
En la CABA, el ingreso per cápita familiar es 63% mayor al promedio nacional, mientras que en la Patagonia es 30% superior. Por su parte, en la región Pampeana es prácticamente idéntico al promedio nacional. En las restantes regiones, el ingreso per cápita familiar es menor al promedio nacional. La diferencia es de 6 puntos porcentuales (p.p.) en los partidos del Gran Buenos Aires, 15 p.p. en Cuyo y casi 30 p.p. en el NEA y el NOA.
Las diferencias señaladas son algo menores cuando en lugar de comparar directamente los ingresos promedio en cada región se compara el poder adquisitivo que tienen esos ingresos. Esto se explica porque los precios de los bienes y servicios difieren entre regiones. Por lo general, las regiones más desarrolladas tienden a tener precios más altos que las más pobres, de modo se requiere un mayor ingreso familiar para cubrir los costos de vida. Conceptualmente, el ajuste es similar al que se hace al comparar el PIB per cápita a precios constantes y a paridad de poder adquisitivo entre países.
Para hacer la comparación del poder adquisitivo de los ingresos, estos se deflactan por el valor de la línea de pobreza que corresponde a cada región. El poder adquisitivo en CABA sigue siendo significativamente mayor (60%) al promedio nacional, pero en la Patagonia es apenas 8% más alto que el promedio. En la región Pampeana es similar al promedio nacional. En las restantes regiones el poder adquisitivo es menor al promedio nacional, aunque en magnitudes diferentes a las observadas previamente: 8 p.p. en los partidos del Gran Buenos Aires, 13 p.p. en Cuyo, 14 p.p. en el NOA y 17 p.p. en el NEA.
Nótese cómo la situación favorable de la Patagonia se vuelve mucho más tenue cuando incorporamos sus (elevados) niveles de precios al análisis. Por el otro lado, ocurre lo contrario con el NEA, el NOA y Cuyo. Allí, con menos dinero se compran más bienes y servicios que en el resto del país.
La evolución en el tiempo del ingreso per cápita familiar fue relativamente similar entre regiones argentinas, aunque con cierta convergencia entre las regiones más pobres y las más ricas
Aunque a niveles diferentes, la evolución en el tiempo del ingreso per cápita familiar ha sido similar entre las distintas regiones del país. Si bien creció en todas ellas entre 2003 y 2011, se estancó entre 2011 y 2017, y ha tendido a caer desde entonces. La excepción es la recuperación posterior a la pandemia.
Sin embargo, las magnitudes en las que creció y cayó en los distintos momentos difiere un tanto entre regiones. Por ejemplo, entre 2003 y 2011 el ingreso per cápita familiar tuvo un crecimiento acumulado de 31% en CABA. En el resto del país acumuló un aumento de entre 65% (Cuyo) y 90% (NOA). Esa divergencia hace que en la actualidad el ingreso per cápita familiar de CABA sea un 7% menor al que tenía en 2003. En las restantes regiones el ingreso per cápita familiar de 2023 es claramente mayor al que se observaba en 2003. Los crecimientos se sitúan entre el 26% (Patagonia) y el 56% (NEA). El mejor desempeño relativo frente a CABA de regiones históricamente más rezagadas como el NEA explican por qué las desigualdades regionales en ingreso per cápita se redujeron en las últimas dos décadas.
La composición de los ingresos familiares
El ingreso total de los hogares se compone de los ingresos de distintas fuentes que obtienen sus integrantes. La fuente de ingresos más usual e importante cuantitativamente suele ser el mercado laboral. Sin embargo, existen otras fuentes que pueden ser sustanciosas como las jubilaciones y pensiones, distintas transferencias estatales o los ingresos provenientes de la posesión de distintos activos (aunque las estadísticas no suelen reflejarlos). ¿Qué tan importante es el ingreso laboral dentro de los ingresos familiares? ¿Qué vínculo hay entre el nivel de ingresos de un hogar y la importancia relativa de cada una de las fuentes de ingresos?
A pesar de que su importancia se redujo en el tiempo, el ingreso laboral sigue siendo la principal fuente de ingreso de los hogares
Los vaivenes de la economía nacional afectan al mercado laboral y, con ello, los ingresos de los hogares provenientes del trabajo de sus miembros. A pesar de que se haya observado una baja en la participación del ingreso laboral sobre el ingreso familiar total en los últimos 10 años, este sigue siendo la fuente mayoritaria de ingresos para los hogares. Esta tendencia se explica por distintas razones. Primero, se observa una gradual caída en los salarios reales. Luego, crecieron en importancia las jubilaciones y pensiones a partir de la masiva incorporación de beneficiarios con las moratorias. También lo hicieron otras transferencias del Estado, principalmente la AUH y más recientemente la Alimentar.
Entre 2003 y 2013, el ingreso laboral representó entre 83% y 85% del ingreso de los hogares. A partir de entonces su participación se fue reduciendo, hasta situarse en 76% a finales de 2019. Con la pandemia, y las severas restricciones a las actividades productivas durante las fases de aislamiento, la participación del ingreso laboral llegó a un mínimo de 73% en 2020. Con la recuperación de la actividad económica durante 2021 y 2022 volvió a crecer hasta valores cercanos al 80%, cifra no obstante menor a la de dos décadas atrás.
La importancia relativa de las distintas fuentes en el ingreso familiar cambia según el nivel de ingreso de los hogares
La participación del ingreso laboral representa menos del 70% del ingreso de los hogares del 20% más pobre de la población. En el otro extremo, más del 80% de los ingresos de los hogares del 30% de mayores ingresos proviene del mercado laboral. Como contraparte, la participación del ingreso proveniente de transferencias estatales es decreciente en el nivel de ingresos. Constituye el 24% del ingreso total para los hogares del 10% más pobre, pero aporta menos del 1% de los ingresos de los hogares que pertenecen al 40% de mayores ingresos.
La participación del ingreso por jubilaciones y pensiones es bastante homogénea a lo largo de la distribución del ingreso: fluctúa entre el 10% y el 15%. Los hogares donde la participación de jubilaciones y pensiones en el ingreso familiar es cercana al 15% se sitúan en la parte media-alta de la distribución (deciles 6 y 7). Aquellos donde es más baja son los del 10% más pobre y los del 10% más rico.
Como se mencionó previamente, los ingresos de capital no son bien capturados en las encuestas de hogares. Según esta metodología, se observa que esta fuente alcanza una participación en el ingreso total destacable (3.5%) únicamente entre los hogares del 10% de mayores ingresos.
La importancia relativa de las distintas fuentes de ingreso varía con la edad
Además de variar por ingresos, la importancia relativa de las distintas fuentes de ingreso también difiere según el ciclo de vida de las personas y los hogares. El ingreso laboral representa más del 85% de los ingresos de los hogares con jefes de entre 25 y 54 años, con un pico de 90,6% cuando el jefe tiene entre 35 y 44 años. Cuando el jefe de hogar es un adulto mayor (65 años o más), el ingreso laboral se vuelve una fuente minoritaria de ingresos, representando el 41% del ingreso familiar total.
Los ingresos por transferencias estatales, por su parte, aportan un porcentaje mayor del ingreso familiar en hogares con jefes menores de 35 años que en hogares con jefes en cualquier otro grupo etario. La explicación de este fenómeno es que los jefes jóvenes son quienes tienen, mayormente, hijos en edades de ser beneficiarios de transferencias monetarias estatales.
Como es esperable, los ingresos por jubilaciones y pensiones aportan un mayor porcentaje del ingreso familiar total entre hogares con jefes adultos mayores que entre hogares donde el jefe es más joven. De hecho, los ingresos de jubilaciones y pensiones son la fuente mayoritaria de ingresos (54%) en hogares donde el jefe tiene 65 o más años.
Los ingresos de capital representan una proporción pequeña del ingreso de los hogares, cualquiera sea la edad del jefe. En los hogares donde el jefe tiene 24 años o menos, un porcentaje importante de los ingresos familiares (17.6%) son “otros ingresos”, siendo en este caso mayormente provenientes de cuotas alimentarias y ayudas de personas que no viven en el hogar.
Los ingresos laborales son más importantes en los hogares en donde el jefe es varón
Existen diferencias relevantes en la importancia relativa de las distintas fuentes de ingreso según el género del jefe del hogar. En 2023, en los hogares en donde el jefe fue un varón, el 82% de los ingresos provino de fuentes laborales. En los hogares con jefatura femenina dicha cifra fue del 76% .
Son varias las razones que explican esta diferencia. Por un lado, la participación laboral masculina ha sido históricamente mayor a la femenina y también los ingresos laborales han sido mayores. A su vez, las mujeres poseen una expectativa de vida mayor que los varones, lo que hace que estén sobrerrepresentadas en la franja superior a los 60 años. Para esa franja etaria la principal fuente de ingresos son los no laborales (como las jubilaciones). Asimismo, en las franjas medias de edad, la relevancia relativa de transferencias (como AUH o Alimentar) es un poco mayor en los hogares con jefatura femenina (por lo general más pauperizados que los de jefatura masculina).
Si bien la importancia relativa de las distintas fuentes de ingreso varía sensiblemente según el género del jefe del hogar, cabe destacar que desde 2003 la composición de los ingresos ha tendido a homogeneizarse. En dicho año, el 86% de los ingresos en hogares con jefe varón provenían del trabajo, 4 puntos más que en la actualidad. En cambio, en los hogares con jefatura femenina se vio la tendencia contraria: el peso de los ingresos laborales pasó del 73% al 76%. La razón principal de ello es el incremento en la participación laboral femenina.
Los ingresos no laborales que más crecieron desde 2003 fueron aquellos por transferencias estatales y por jubilaciones
Desde 2013 cayó la participación de los ingresos laborales en el ingreso total familiar. Como contraparte, se incrementó la participación de los ingresos no laborales. Sin embargo, ello no implica que los ingresos no laborales por hogar hayan crecido en términos reales. De hecho, las distintas fuentes no laborales presentaron patrones diferenciados de evolución en el período analizado.
El valor promedio por hogar de los ingresos por jubilaciones y pensiones creció durante casi todos los años del período 2003-2018. Explica este fenómeno la incorporación de muchos beneficiarios al sistema previsional producto de las moratorias. A partir de entonces, el valor real ha venido cayendo debido a la aceleración inflacionaria.
Por su parte, el valor promedio por hogar de los ingresos por transferencias estatales se mantuvo relativamente estancado hasta 2009. En ese momento subió claramente su valor, producto de la implementación de la AUH. A partir de entonces, y hasta el inicio de la pandemia, mostró una ligera tendencia creciente. Durante la pandemia creció fuertemente el valor real de las transferencias estatales con la implementación de medidas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Aunque con la recuperación de la economía cayó fuertemente el monto real promedio que reciben los hogares por transferencias estatales, desde 2021 se mantiene en niveles superiores a los que tenía antes de la pandemia. La explicación de este resultado es, posiblemente, el programa Alimentar, que se implementó a comienzos de 2020 y que aún se sigue otorgando.
Evolución de los ingresos laborales
El valor real de los ingresos laborales es un indicador socioeconómico fundamental que refleja el poder de compra de los ingresos de los trabajadores. Lamentablemente, Argentina no sólo no pudo sostener una tendencia creciente del salario real, sino que registró en la última década una caída significativa en esta variable. ¿Cómo fue la historia de los ingresos laborales en Argentina? ¿Cuál es la manera de medirlos?
Desafíos metodológicos en la medición de ingresos laborales
Como se mencionó previamente, las encuestas de hogares capturan los ingresos de toda la población ocupada, tanto formal como informal. Sin embargo, enfrentan el problema de la subdeclaración de ingresos, especialmente entre los más altos, debido a que se basan en el auto-reporte.
Para intentar salvar este punto ciego se utilizan los registros administrativos del estado, como los del Sistema Integrado Previsional Argentino. Los mismos ofrecen datos más precisos al obtener información directamente de los empleadores y las personas a través de entidades como la AFIP y la ANSES. Esto mejora significativamente el problema de la subdeclaración. No obstante, su limitación radica en que solo capturan los ingresos del sector registrado de la economía, lo cual, en un país con un alto nivel de informalidad laboral como Argentina, proporciona una perspectiva incompleta.
En esta sección se presentan indicadores de la evolución de los ingresos laborales reales en Argentina combinando información de encuestas de hogares y registros administrativos. Se busca así obtener una perspectiva completa de las personas ocupadas y los ingresos. A su vez, para las series de largo alcance, se toman fuentes secundarias como las del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED). Las series del CEPED se nutren en ciertos períodos de datos de Cuentas Nacionales del INDEC, que combinan datos de registros administrativos y de la EPH.
El nivel medio de los ingresos laborales ha caído en la última década y se encuentra en niveles históricamente bajos
Los ingresos laborales han experimentado fuertes oscilaciones a lo largo de las últimas tres décadas. El promedio del ingreso laboral por hora a precios constantes de todos los trabajadores captados en la EPH aumentó ligeramente en la década de 1990, se desplomó en la crisis del 2001, se recuperó en los 2000 y, con fluctuaciones, ha venido cayendo desde 2013.
La caída 2013-2023 ha sido de 26%. Esto sitúa al ingreso real horario en la actualidad apenas por encima de los valores mínimos de toda la serie. La evolución de los ingresos laborales mensuales a valores constantes (que son el producto del ingreso horario por las horas trabajadas) ha sido semejante. El valor de 2023 fue apenas un 72% del de 2013 y un 67% del correspondiente a 1992.
En los últimos años el salario real de Argentina estuvo en niveles inferiores a los de 1970
La evolución del ingreso laboral de los asalariados (el salario real) ha sido muy oscilante en las últimas décadas. Según la serie estimada por el CEPED, entre 1935 y mediados de la década de 1970, el poder adquisitivo de los asalariados más que se duplicó. Sin embargo, se observan ciertos vaivenes: fuerte suba entre 1945-1948 o entre 1963-1974 y contracciones parciales durante las crisis de balanza de pagos (como 1949-1952 o 1959).
Desde mediados de la década de 1970, el salario real experimentó una clara tendencia contractiva, tocando un piso tras la crisis de 2001. Durante este período se alternaron fases de fuerte retracción asociados a devaluaciones (como 1976, 1982, 1989 o 2002) y de recuperaciones parciales. No obstante, estas nunca lograron consolidar niveles salariales previos a las crisis.
Tras la crisis de la Convertibilidad, cuando el salario real quedó en niveles comparables a los de mediados de la década de 1940, el poder adquisitivo de los asalariados se expandió sostenidamente hasta 2013. Luego se amesetó hasta 2017 y comenzó una fase contractiva desde entonces. En 2022, el salario real fue 8% inferior al de 1970 y 30% menor al del pico histórico de 1974.
La evolución del salario real, según esta serie de datos que se fundamenta principalmente en información del CEPED y se apoya en las cuentas nacionales –integrando registros administrativos para los trabajadores formales y datos de la EPH para los informales–, muestra una tendencia a grandes rasgos similar a la observada en los ingresos laborales reportados por la EPH.
Sin embargo, es importante destacar que, a largo plazo, el desempeño reflejado por esta última fuente indica un panorama más negativo. Tomando la EPH, luego de la crisis de 2001 los ingresos reales de los ocupados nunca recuperaron los niveles de la década de 1990, mientras que en la serie de salario real lo superaron con holgura. Son varios los factores que pueden explicar esta discrepancia.
Primero, la EPH toma ingresos laborales totales, incluyendo asalariados y no asalariados. Segundo, es posible que la subdeclaración de ingresos o los problemas de captación de ingresos por parte de la EPH en lo que concierne a los asalariados formales hayan aumentado en el tiempo. Tercero, los datos de cuentas nacionales toman el salario bruto (antes de impuesto a las ganancias y asignaciones familiares) mientras que los de la EPH el salario declarado neto. Por lo tanto, pudo haber habido cambios relevantes en la relación entre el salario neto y el bruto a lo largo del tiempo.
Ingresos laborales en perspectiva internacional
Comparar los niveles y tendencias de los ingresos laborales entre países es una tarea compleja a nivel metodológico. Para esto se requiere una homogeneización de los resultados de las encuestas de hogares de los diferentes países. Las estadísticas de esta sección provienen tanto del proyecto SEDLAC (CEDLAS-UNLP y Banco Mundial) que armoniza las encuestas de hogares de todos los países de América Latina, como del CEPED que elabora series comparables de salarios entre países. ¿Cómo son los ingresos laborales de Argentina frente a otros países? ¿Qué ocurrió en las últimas décadas?
Argentina tiene niveles de ingresos laborales medio-altos en relación a América Latina
De modo análogo a lo que ocurre con los ingresos per cápita familiares, Argentina es un país con niveles de ingreso laboral medio-altos en el contexto de América Latina. En 2021, el salario horario en Argentina era aproximadamente el doble del mínimo (Honduras, 2,7) y casi la mitad del máximo (Panamá, 10,5). En términos de ranking, Argentina ocupaba el lugar 5 de 17, siendo superado por Uruguay, Costa Rica, Chile y Panamá. Los resultados no varían significativamente si en lugar del ingreso horario se considera el ingreso laboral mensual u otra variable salarial.
La distancia entre Argentina y el resto de América Latina se ha ido reduciendo en las últimas décadas
Argentina es un país con ingresos laborales superiores al promedio latinoamericano. Sin embargo, esa brecha se ha ido acortando significativamente a lo largo de las últimas tres décadas. A principios de la década de 1990 el salario horario en Argentina era casi 70% superior al promedio latinoamericano. Esta brecha se redujo a la mitad al tomar el dato de principios de la década del 2010 (35%). En 2021 fue apenas un 6% superior. Esta drástica reducción es producto del lento pero gradual aumento del salario real en América Latina y del estancamiento (con fluctuaciones) en Argentina. Los resultados no varían significativamente si en lugar del ingreso horario se considera el ingreso laboral mensual u otra variable salarial.
Desde 1970, el poder adquisitivo de los salarios en Argentina se alejó del de los países desarrollados
Entre 1940 y mediados de la década de 1970 el salario real de Argentina mostró una tendencia volátil pero claramente creciente. De este modo, medido en dólares a paridad de poder adquisitivo, a principios de la década de 1970 el salario real no estaba tan lejos del de países como Canadá, Australia, Alemania o Francia. Incluso por momentos fue superior al de Reino Unido. El pobre desempeño de Argentina desde entonces, caracterizado por un bajo crecimiento económico y una creciente desigualdad, hizo que Argentina se alejara cada vez más de los niveles salariales de los países avanzados.
A modo de ejemplo, en 1940 el salario real de Argentina era aproximadamente la mitad del de Estados Unidos. Con ciertas oscilaciones, entre dicho año y 1975 el salario argentino estuvo entre el 40% y el 60% del estadounidense. Durante el último cuarto del siglo XX hubo una clara divergencia: para el año 2000, el salario real argentino era apenas un 31% del norteamericano. La acelerada mejora salarial de la posconvertibilidad llevó dicha cifra al 41% en 2013, para luego caer desde 2017.
En 2021, el salario argentino fue un 30% del estadounidense, una de las menores cifras de la serie, sólo por encima de los niveles de 1989 y los de los años inmediatos a la salida de la Convertibilidad. En términos absolutos, el salario argentino en 2021 fue similar al que tuvo Estados Unidos en la década de 1930, o al de Reino Unido a mediados de la década de 1970.
Ingresos laborales por tipo de empleo
Típicamente la dinámica de los ingresos difiere por tipo de empleo. Monitorear los ingresos relativos entre estos grupos es importante como parte del estudio del mercado laboral, la estructura productiva, la desigualdad y los equilibrios fiscales. En Argentina siguieron distintas trayectorias los asalariados de empresas grandes y chicas, empleados del sector público, profesionales independientes y cuentapropistas de baja calificación. ¿Cómo evolucionaron los ingresos laborales de los distintos tipos de empleo? ¿Qué diferencias existen entre estos?
En las últimas décadas, sólo los asalariados del sector público no han sufrido una caída en los ingresos laborales por hora
De acuerdo a los ingresos captados por la EPH, desde principios de la década de 1990 la caída en el poder adquisitivo de los ingresos laborales ha sido generalizada, con excepción del sector público. Entre 1992 y 2023 los salarios reales por hora de los empleados del sector público crecieron un 4% (con grandes fluctuaciones en el tiempo). En contraste, los ingresos de todos los demás grupos cayeron significativamente:
- 17% los asalariados de firmas medianas y grandes.
- 37% los asalariados de firmas chicas.
- 47% los cuentapropistas (profesionales y resto).
Como resultado de esa asimetría, el ingreso horario promedio de los trabajadores del sector público se igualó con el de los profesionales. Con respecto a los asalariados en firmas medianas y grandes, se ha despegado desde principios de la década del 2000, con una leve convergencia en los últimos años.
La brecha salarial entre asalariados formales e informales se mantuvo estable en los últimos 20 años
Existe una brecha de ingresos horarios entre los trabajadores registrados (que aportan al sistema jubilatorio) y los no registrados. Según los datos reportados por la EPH, en el período comprendido entre 2003 y 2023, no se observaron cambios significativos en la misma.
En el gráfico se distinguen dos curvas: una representa la diferencia de ingresos sin ajustar por factores sociodemográficos. La otra, en cambio, es ajustada por variables como género, edad, nivel educativo y región de residencia. Este ajuste permite evaluar la “prima por formalidad”, es decir, cuánto más percibe un empleado formal respecto a uno informal, manteniendo constantes las variables mencionadas.
La brecha de ingresos entre trabajadores formales e informales era del 74% en 2003 y disminuyó ligeramente al 69% en 2023. Esta cifra refleja la diferencia directa de ingresos entre ambos grupos. Sin embargo, al considerar variables sociodemográficas en el análisis, la brecha se reduce significativamente, aunque sigue siendo muy considerable (44% en 2003 y 46% en 2023). Esta reducción se debe principalmente a factores como la edad y el nivel educativo, que influyen notablemente en los ingresos y en las oportunidades de acceder a empleos de mayor calidad. Los trabajadores informales tienden a ser más jóvenes y a tener un nivel educativo más bajo que los formales. Por lo tanto, es razonable que una parte de la brecha observada entre trabajadores formales e informales se atribuya a estas variables, más allá de la informalidad en sí misma.
Entre 2003 y 2023, se registraron períodos de ampliación y reducción de las brechas entre formales e informales. Entre 2003 y 2006, la diferencia se amplió, para luego disminuir de manera sostenida hasta 2015. Este comportamiento puede explicarse por varios factores:
- El aumento del salario mínimo, que impactó en los salarios informales.
- Una política laboral que favoreció más a los ingresos de los trabajadores formales de menores ingresos, influenciando también a los informales.
- Una mayor carga fiscal sobre los salarios altos mediante un porcentaje creciente de asalariados sujetos al impuesto a las Ganancias.
- Una creciente demanda de empleo no calificado, más prevalente en el sector informal.
A partir de 2015, la reducción de la brecha se estancó. La primera explicación a este fenómeno puede ser el pobre desempeño del salario mínimo (que aumentó por debajo del salario medio). También puede haber colaborado a este estancamiento la falta de nivelación en las escalas salariales de los trabajadores formales, lo que pudo afectar indirectamente a los informales.
Ingresos laborales por edad y género
Los ingresos laborales varían a lo largo de la vida de las personas y son diferentes entre hombres y mujeres. En términos generales, crecen en la juventud, hasta aproximadamente los 50 años, y luego comienzan a bajar. ¿Cómo varían esas diferencias de ingresos? ¿Cómo evoluciona la brecha entre hombres y mujeres según la edad?
Los ingresos laborales varían a lo largo del ciclo de vida y en promedio son siempre inferiores para las mujeres
Los ingresos laborales tienen un claro perfil de U invertida a lo largo del ciclo de vida de las personas. Es decir, crecen en la juventud, hasta aproximadamente los 50 años, y luego comienzan a bajar. Este fenómeno se explica en parte por la progresiva reducción del número de horas trabajadas.
En promedio, los niveles de ingresos laborales mensuales de las mujeres son inferiores a los de los varones a lo largo de todo el ciclo de vida. La brecha salarial en términos proporcionales va creciendo con el tiempo. Mientras que en promedio una mujer en sus 30 tiene un ingreso mensual 22% menor al de un varón de esa edad, la brecha se ensancha a 29% en sus 50 y a 40% en sus 70.
Los ingresos por hora se diferencian entre hombres y mujeres a partir de alrededor de los 40 años
Si el análisis se limita a los ingresos por hora en el empleo principal, las brechas entre varones y mujeres desaparecen para los trabajadores jóvenes. En este caso, empiezan a manifestarse recién a partir de los 40 años. A partir de esa edad, y posiblemente como consecuencia del efecto maternidad, del techo de cristal y otros factores, la brecha se abre. Los salarios de las mujeres se estancan y luego caen con la edad, mientras que el de los varones continúa creciendo por casi dos décadas más.
La evolución de los ingresos laborales ha sido semejante entre trabajadores de distintos grupos etarios y género
Los ingresos laborales difieren por género y por grupo etario: son más altos para los varones y para el grupo en edad central (25-65). En contraste con esta heterogeneidad en los niveles de las remuneraciones, la evolución temporal entre grupos ha sido semejante, a grandes rasgos, a lo largo de las últimas tres décadas. En particular, los ingresos laborales en todos los grupos aumentaron entre 2003 y 2013 y se redujeron en la década siguiente. La caída en el ingreso laboral real entre 2013 y 2023 fue ligeramente superior entre las mujeres (29%) que entre los varones (26%). También fue algo mayor entre los adultos mayores (38%) y los jóvenes (32%), que entre los adultos (28%).
Referencias
Notas
1. Para una discusión más detallada ver Kennedy et al. (2023).
2. Con fines de comparación internacional, y para corregir por el hecho de que el dólar goza de diferente poder de compra en distintos países, se suele hacer un ajuste adicional a la medición del PIB, a partir de lo que se conoce como Paridad de Poder Adquisitivo (PPA, o PPP por sus siglas en inglés Purchasing Power Parity). Si en un país el PIB en dólares corrientes (esto es, sin dicho ajuste) coincide con el PIB con el ajuste por PPA, entonces el país tiene el mismo nivel de precios que EEUU; si el PIB en dólares corrientes es menor que ajustado por PPA, entonces el país tiene precios más bajos que en Estados Unidos, y viceversa.
Bibliografía
Cazón, F., Kennedy, D. y Weksler, G. (2023). Salario en paridad de poder adquisitivo internacional. Parte I: Procedimientos y resultados a partir de una metodología homogénea para Argentina y países de la OCDE en el largo plazo. Documento de Trabajo del CEPED N° 28, Buenos Aires, CEPED-FCE-UBA.
Kennedy, D., Romero, A., Sánchez, M. y Suárez, F. (2024). Fuentes de información sobre salarios en Argentina: Parte I: Metodología y resultados de las series oficiales actuales. Documento de Trabajo del CEPED N° 30, Buenos Aires, CEPED-FCE-UBA.
Cita sugerida
Tornarolli, L., Gasparini, L. y Schteingart, D. (2024). Salarios e ingresos. Argendata. Fundar.