Definición
La intensidad energética sirve para entender cuánta energía requiere cada país o región para generar su producción de bienes y servicios. Más específicamente, indica la cantidad de energía requerida para producir una unidad monetaria de su producción de bienes y servicios. Se calcula dividiendo el consumo total de energía por el PIB.
La intensidad energética es, junto con la intensidad de carbono, una de las variables que explican el factor tecnológico de la Identidad de Kaya. Esta identidad descompone las emisiones de CO2 relacionadas con la energía en varios factores. Entre estos están la población, el PIB per cápita y la tecnología (esta última desagregada en la intensidad energética del PIB y la intensidad de carbono de la energía).
La intensidad energética es un indicador útil para observar el punto de partida de cada país y evaluar cómo evoluciona a lo largo del tiempo. La comparabilidad de la intensidad energética entre países no es directa, ya que un valor más bajo no siempre señala mayor eficiencia energética. Factores como la estructura económica de un país, su matriz energética, el clima y el nivel de acceso a servicios energéticos, entre otros, influyen significativamente en la eficiencia. Por lo tanto, la intensidad energética, al abstraer estas diferencias estructurales, no siempre refleja con precisión la eficiencia con la que un país utiliza su energía.
Argentina tiene una intensidad energética menor a la media mundial
En Argentina la intensidad energética fue de 1,2 KWh en 2022. Esto es 8% por debajo del promedio mundial y muy parecida a la de Brasil (1,17 kWh) y Chile (1,12 KWh). A nivel regional, esta baja intensidad energética no implica necesariamente una alta eficiencia, sino la combinación de varios factores: un alto peso de los servicios frente a la industria, un tipo de clima entre templado y moderadamente cálido (que limita las necesidades de calefacción y refrigeración) y un relativamente bajo nivel de utilización de electrodomésticos, entre otros (BID, 2019).
En Argentina, la intensidad energética ha sido oscilante desde la década de 1960 hasta la actualidad. Algo diferente sucede a nivel mundial y en los países desarrollados, como Estados Unidos, en donde viene disminuyendo. Esta tendencia en los países avanzados se explica por varios factores, entre los que destacan un mayor peso de los servicios en el PIB (que demandan menor energía que la industria) y mejoras en la eficiencia energética. Diferente es el caso de China, en donde la intensidad energética hoy es similar a la de la década de 1960. Si bien hubo mejoras en la eficiencia energética, el creciente peso de las actividades industriales en el PIB neutralizó ese factor.