Introducción
¿Qué es la transición energética?
La transición energética es un cambio relevante en la forma de producir, distribuir y consumir energía. La actual transición energética global se refiere al cambio de combustibles, tecnologías, instituciones, usos y costumbres, con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global. También busca disminuir otros impactos ambientales del sector energético, como la generación de residuos y la pérdida de biodiversidad. Si bien esta transición energética no es la primera en la historia, sí es única en tanto persigue intencionadamente un objetivo ambiental.
Cada país comienza la transición desde un lugar distinto: los niveles de desarrollo económico, los recursos naturales, las matrices energéticas, las extensiones territoriales, los niveles de legitimidad social de las tecnologías energéticas y las emisiones que generan son disímiles. La matriz energética deseable para cada país es única. Por eso, en el mundo no hay dos procesos de transición energética iguales.
Las oportunidades, objetivos y estrategias de cada país son el resultado de la combinación de tres dimensiones: la sostenibilidad ambiental, la seguridad del abastecimiento y la accesibilidad económica de la energía (ver más en “El trilema energético”).
¿Cuáles son las fuentes de energía?
Las diferentes fuentes de energía existentes pueden clasificarse a partir de tres características:
- Si son sucias o limpias, en función de la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que generan.
- Si son renovables o no renovables, según si tardan más tiempo en consumirse que en regenerarse.
- Si son convencionales o no convencionales, considerando si la técnica de producción que se utiliza es la misma o diferente a la que prevaleció por décadas.
ENERGÍAS | Convencionales | No convencionales | |
Sucias | No renovables | Combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural) | Petróleo shale y gas shale |
Limpias ————— | No renovables | Nuclear | |
Renovables | Hidroeléctrica1 Bioenergía tradicional2 | Eólica Solar Bioenergía moderna Geotérmica Mareomotriz |
Dentro de las energías sucias se encuentran los combustibles fósiles tales como el carbón, el petróleo y el gas. Son recursos no renovables porque tardan millones de años en formarse, un período de tiempo mucho más largo del que toma consumirlos. Si bien el grueso de los combustibles fósiles son tradicionales en el sentido de que se utilizan hace décadas, en los últimos años se comenzaron a explotar en Argentina y el mundo yacimientos no convencionales, en donde la técnica de producción es diferente a la tradicional. Es el caso del yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén, en donde abunda un tipo de petróleo y de gas llamado “shale”.
Dentro de las energías limpias se encuentran las convencionales, que son la hidroeléctrica y la nuclear, y las renovables modernas o no convencionales, que son la solar, eólica, bioenergía moderna, geotérmica y mareomotriz. Las primeras se desarrollaron hace varias décadas sin un objetivo climático. Las segundas también son previas a los compromisos climáticos, pero aceleraron su desarrollo y despliegue con el objetivo de reducir la intensidad de carbono de las matrices energéticas del mundo.
A su vez, respecto a la hidroelectricidad existe cierta discusión acerca de si es renovable o no. En la legislación argentina de fomento a las renovables, se eligió limitar la promoción a aquellos desarrollos de pequeña escala (hasta 50 MW de potencia). El trasfondo de esa decisión es que en los proyectos más grandes hay mayores impactos ambientales locales.
Por otro lado, la bioenergía tradicional sólo es renovable si se logra recuperar el recurso; una deforestación sostenida para obtener leña para combustible, en cambio, no es renovable. A su vez, si bien la bioenergía tradicional es neutra en términos de emisiones, está asociada a la contaminación del aire al interior de las edificaciones.
¿Cuánto contamina cada fuente de energía?
Las distintas fuentes de energía tienen niveles muy disímiles de emisiones de gases de efecto invernadero. Esto significa que hay algunas fuentes de energía que inciden mucho más en el calentamiento global que otras.
En el gráfico se observa la diferencia en la cantidad de emisiones que aporta cada fuente de energía para la producción de electricidad medido por unidad de energía producida. El carbón es el que más emisiones genera, seguido por el petróleo y el gas, que es el combustible fósil menos contaminante. Mucho más abajo se encuentran la bioenergía, la hidroelectricidad, la eólica, la nuclear y la solar. Es por eso que se llaman “energías bajas en emisiones”.
Al considerar estos números tenemos que tener en cuenta dos cuestiones. Por un lado, el cálculo incluye las emisiones generadas a lo largo de todo el ciclo de vida del recurso: desde la extracción de los recursos naturales hasta la disposición final o reinserción en el ciclo productivo. Por otro lado, aquí sólo se consideran las emisiones para generar electricidad y no para otros usos energéticos como la calefacción, el transporte, entre otros. Esto ocurre porque varias de estas fuentes de energía, como la hidroelectricidad, la nuclear, la solar o la eólica, sólo se utilizan para la generación de electricidad.
Matriz energética primaria
La matriz energética primaria nos muestra el conjunto de todas las fuentes de energía que utiliza un territorio (país, región o planeta), antes de que sean transformadas en diferentes formas de energía para su uso final. Comprenderla es fundamental para evaluar la posición de Argentina y otros países del mundo frente a la transición energética.
¿Qué diferencia hay entre la matriz energética primaria y la matriz eléctrica?
La energía primaria es la energía en su forma natural no modificada, tal como se obtiene directamente del ambiente antes de ser transformada para su uso final: petróleo crudo, gas natural, carbón, energía del sol, del viento, de las corrientes de ríos o mares o energía nuclear. Así, la matriz energética primaria muestra la participación de las distintas fuentes de energía primaria.
En contraste, la energía secundaria es la que resulta de la transformación de la energía primaria: los combustibles para el transporte, el gas de red para calefacción y la energía eléctrica (también llamada “electricidad”). La matriz eléctrica refiere entonces a la participación de las distintas fuentes de energía utilizadas exclusivamente para generar electricidad.
El consumo eléctrico siempre es menor al consumo total de energía. Por ejemplo, en Argentina, en 2022, el consumo de electricidad fue el 19% del consumo total de energía. En el mismo año, a nivel global dicha cifra fue el 20% (Balance Energético Nacional, 2022; IEA, 2022).
En el mundo, los combustibles fósiles explican más del 75% del consumo primario de energía, pero las energías limpias vienen ganando protagonismo
A nivel global, a lo largo de la historia, el crecimiento del PIB mundial impulsó un fuerte aumento en el consumo energético. En las últimas décadas, la preocupación por el cambio climático llevó a un cierto avance en el proceso de transición energética, con una mayor incorporación de fuentes de energía limpia, que pasaron de ser menos del 10% a principios de la década de 1980 al 17,4% en 2023. Sin embargo, dada la magnitud del aumento en el consumo de energía, el avance de las energías limpias no ha permitido aún que las fuentes fósiles (que todavía explican más del 75% mundial) retrocedieran en términos absolutos, que es lo más importante para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Argentina tiene una matriz primaria con alto protagonismo del gas
En Argentina se observa un sostenido crecimiento del consumo energético en el largo plazo, aunque con retracciones en los períodos de crisis económica. Mientras que el consumo de petróleo se mantuvo relativamente estable desde 1960, el incremento en la demanda energética fue absorbido por el constante aumento del gas natural (habilitado por los nuevos yacimientos y la construcción de gasoductos) y por la incorporación de energía hidroeléctrica y nuclear.
La puesta en marcha de obras como las del sistema del Comahue (Piedra del Águila, El Chocón y Alicurá), Salto Grande, Futaleufú y Yacyretá hizo que el aporte de la energía hidroeléctrica se multiplicara por más de 20 entre 1965 y 2023. Además, Argentina comenzó a generar energía nuclear en 1974 con la puesta en marcha de la planta nuclear de Atucha I, a la cual se sumaron la de Embalse en 1984 y Atucha II en 2014. A partir de 2006 se comenzó a incrementar la participación de los biocombustibles, que alcanzaron un pico en 2018 y 2019 y redujeron luego gradualmente su participación. Las energías renovables no convencionales recién comenzaron a tener relevancia en la última década, particularmente tras la sanción de la Ley de Fomento a las Fuentes Renovables (Ley 27.191) en 2015 y la puesta en marcha del Programa Renovar en 2016.
Las energías limpias aún tienen poco protagonismo en la matriz primaria argentina
En 2023, el 84% de la energía consumida en Argentina provino de fuentes fósiles. Se destacó el protagonismo del gas natural, con una participación del 44% en la matriz primaria, seguida por el petróleo con 38% y el carbón con el 1%.
Si bien esta composición genera una matriz energética relativamente más limpia en relación con otras que tienen alta dominancia del carbón (como China o India), el peso de los combustibles fósiles sobre el total es mayor que en numerosos países de la región. La matriz primaria de Brasil, por ejemplo, tiene una participación de 51% de energías limpias. En Argentina, dicha cifra fue de apenas un 16% en 2023.
Dentro de las energías limpias de Argentina, la energía nuclear aportó el 2% y la hidroelectricidad el 8%. Por su parte, las energías renovables no convencionales (principalmente solar, eólica y bioenergías) aún tienen una participación minoritaria: el 6% del total.
La participación de las energías limpias en la matriz de Argentina es menor que el promedio global
En Argentina la participación de las energías limpias en la matriz energética (16%) es menor que el promedio global (19%). Y, mientras que en el mundo se observa una lenta tendencia ascendente, en nuestro país esta participación viene oscilando entre el 10 y el 20% desde los años ’80.
El mayor salto de Argentina se dio entre 1972 y 1985, cuando pasó del 1% de energías limpias al 16%. Esto se explica por la puesta en marcha de dos centrales nucleares y de varias represas hidroeléctricas.
En Argentina, desde la década de 1960 el petróleo perdió peso dentro de la matriz primaria a manos del gas, la energía nuclear, la hidroelectricidad y, más recientemente, de las renovables no convencionales
La evolución de la matriz primaria argentina muestra que los principales cambios desde los años ‘60 han sido un mayor protagonismo de la energía hidráulica y nuclear y, dentro de los combustibles fósiles, un mayor protagonismo del gas en desmedro del petróleo. Dado que la energía solar y eólica son relativamente nuevas en la historia energética, su peso relativo todavía es acotado. A grandes rasgos, estas tendencias se dieron a nivel mundial.
Una de las principales diferencias de Argentina con otros países está en el peso del carbón, el combustible fósil de mayores emisiones. Mientras que aquí ha sido históricamente irrelevante, en el mundo todavía aporta el 26% de la matriz primaria. Esto se explica mayormente por países en vías de desarrollo como China, India, Sudáfrica o Indonesia, en donde el carbón supera el 40% de la energía producida. Incluso en países desarrollados como Japón (26%), Australia (25%) y Alemania (16%), el carbón es todavía muy importante. En comparación con esos casos, la matriz energética de la Argentina es más limpia y produce menos emisiones por unidad de energía consumida.
Las energías limpias
Las energías limpias son la clave para la transición energética hacia una matriz menos contaminante. En la actualidad, las energías limpias explican el 16% de la matriz primaria argentina y el 19% a nivel mundial: una fracción aún minoritaria dentro del total. ¿Cuáles son las energías limpias más importantes en Argentina? ¿Y en el mundo?
La energía hidroeléctrica es la principal fuente de energía limpia tanto en Argentina como en el mundo
La evolución de la generación hidroeléctrica en Argentina cobró vuelo a partir de la década de 1970. En 2023, la producción de energía hidroeléctrica fue de 33 TWh y representó un aporte del 7,6% de la matriz energética primaria, un poco por encima del promedio global de 6,4%. A modo de referencia, Noruega es el país en donde la hidroelectricidad se destaca más en la energía primaria, con casi un 65% del total.
No obstante, al mirar sólo las energías limpias, se ve que la hidroelectricidad gana más peso y por ello es la más importante: en Argentina, da cuenta del 47% del total de las energías bajas en carbono, y en el mundo aporta el 36%.
La energía hidroeléctrica es una fuente de energía estable y de rápido despacho debido a su capacidad para ajustar rápidamente la producción. Su principal virtud es la de proporcionar energía renovable de bajas emisiones a gran escala. Sin embargo, posee algunos impactos ambientales y sociales, como la alteración de ecosistemas, el desplazamiento de poblaciones, y la inundación y descomposición de vegetación en la construcción de presas y gestión de los embalses. Por esto, hay quienes consideran que sólo la energía hidroeléctrica a pequeña escala es renovable. De hecho, en Argentina la legislación sólo considera a la energía hidroeléctrica de baja escala (hasta 50 MW) como “renovable”.
Sólo 32 países en el mundo producen energía nuclear y Argentina es uno de ellos
En 2023, la generación de energía nuclear en Argentina fue de 9 TWh, equivalente al 0,3% del total global, ubicándola en el puesto 27 de los 32 países que poseen energía nuclear. En ese año, el mayor productor a nivel global fue Estados Unidos (775 TWh), seguido de China (435 TWh), Francia (336 TWh) y Rusia (217 TWh).
Si miramos su participación en la matriz energética argentina, la energía nuclear dio cuenta del 2,2%, cifra por debajo del promedio mundial del 4%. Francia es el país con la mayor participación del mundo con el 35% de la energía primaria del país.
La energía nuclear cobró vuelo en la década de 1980 y con el tiempo adquirió un papel crucial como fuente de energía limpia a gran escala, a pesar de las preocupaciones causadas por los accidentes nucleares de Chernobyl (1986) y Fukushima (2011), y por la gestión de los residuos radiactivos a largo plazo. Sin embargo, en el marco de una crisis climática acelerada, la energía nuclear es una opción relevante para abordar el cambio climático.
En Argentina hay tres centrales nucleares y se produce este tipo de energía desde 1974, cuando se puso en marcha la central de Atucha I (Lima, provincia de Buenos Aires). En 1984 se puso en marcha la segunda central nuclear en Embalse (Córdoba) y en 2014 la tercera (Atucha II), también en Lima.
El aporte de la energía solar en Argentina es todavía incipiente
En Argentina, la energía solar fotovoltaica empezó a crecer a partir de 2018 con la puesta en marcha del Programa Renovar, que incentivó inversiones en parques solares en provincias con altos niveles de radiación solar como por ejemplo Jujuy y San Juan.
En 2023 la energía solar representó el 0,8% de la matriz energética primaria en Argentina. Esta cifra es inferior al promedio mundial de 2,5% y mucho menor a la de Chile, que es el país del mundo en donde mayor importancia tiene con un 9,4%. Como se ve en el gráfico, a pesar de tener menos de la mitad de la población argentina, Chile tiene una capacidad instalada de energía solar que sextuplica a la de nuestro país.
La energía solar comenzó en la década de 1950 con el desarrollo de los primeros paneles solares para satélites espaciales. Desde entonces, la tecnología es cada vez más eficiente y más barata. Es una tecnología prometedora para la transición, dado que produce energía libre de emisiones de GEI y puede proporcionar electricidad a zonas donde la infraestructura energética tradicional resulta demasiado costosa.
Pese a estas ventajas, la energía solar enfrenta desafíos relevantes como la intermitencia en la producción dado que sólo se genera energía durante el día, la necesidad de espacios amplios para el despliegue de paneles, el desarrollo de almacenamiento eficiente y asequible, la provisión de minerales para la construcción de paneles y la gestión de los residuos al finalizar su vida útil.
La participación de la energía eólica en la matriz argentina es mayor al promedio mundial
En 2022, Argentina alcanzó una capacidad instalada de energía eólica de 3,3 GW, aportando un 3,7% de la matriz primaria total. Esta cifra es casi igual al promedio mundial (3,5%) e inferior a la de países vecinos como Chile (5%) y Brasil (6,4%). A nivel global, Dinamarca es el país del mundo en donde la energía eólica es más relevante: explica el 25,8% de la energía primaria total.
A mediados del siglo XX se desarrollaron las primeras turbinas eólicas, tecnología que evolucionó con rapidez a partir de la crisis del petróleo de la década de 1970 y la creciente necesidad de reducir emisiones de gases de efecto invernadero. Hasta ahora, la instalación de energía eólica se concentró en tierra, pero es notable el aumento del eólico offshore, esto es, en el mar. Actualmente, la energía eólica offshore es una de las fuentes de energía de más rápido crecimiento en el mundo.
La energía eólica apareció en la matriz energética argentina en 1996, pero recién cobró fuerza a partir de 2018, impulsada por el Programa Renovar, que propició la inversión en parques eólicos en zonas de alta ventosidad. En la actualidad se destacan los parques en Chubut, Santa Cruz y el sur de la provincia de Buenos Aires.
La energía eólica ofrece numerosos beneficios, pero también se topa con obstáculos similares a la energía solar: la dependencia del viento, lo que la vuelve intermitente; el requerimiento de grandes superficies donde instalar los parques eólicos; la dificultad que existe para crear soluciones de almacenamiento económicas y eficaces; el suministro de minerales esenciales; y el manejo de los componentes cuando llegan al término de su ciclo de vida.
La participación de biocombustibles en la matriz primaria de Argentina es mayor a la media mundial
En Argentina, en 2023 los biocombustibles produjeron 15,4 TWh y aportaron el 1,3% a la matriz primaria. Esta cifra supera a la media mundial (0,8%). Brasil es el país en donde son más importantes, con una producción casi veinte veces la argentina (282 TWh en 2023), y una participación del 6,9% del total de la energía primaria. Esto se debe al fuerte peso que tiene el etanol en azúcar como combustible para el transporte.
Como se ve en el gráfico, en Argentina, el salto en la generación de energía a partir de biocombustibles se produjo en 2006, cuando se sancionó la ley de promoción para el sector (Ley 26.093).
Los biocombustibles son un tipo de bioenergía, que es la energía generada a partir de la biomasa, la materia orgánica de origen reciente, como leña, plantas, residuos de madera, residuos agrícolas y ganaderos o desechos orgánicos urbanos. En las últimas décadas, se han desarrollado tecnologías para aprovechar los materiales biológicos para la producción de energía. En Argentina, el grueso de los biocombustibles se produce a partir de la soja (biodiésel), maíz (bioetanol) y azúcar (bioetanol). Se destacan en su producción las provincias de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Tucumán.
La bioenergía es neutra en emisiones porque fija carbono durante el crecimiento de las plantas y libera ese mismo carbono en el momento de utilización de la energía. En esto se diferencia de los combustibles fósiles que al quemarse liberan carbono acumulado durante milenios, pero no fijan carbono ya que el recurso no se renueva. Las emisiones de la bioenergía incluso pueden ser negativas en tanto reducen los desechos que de otro modo terminan en rellenos sanitarios donde emiten metano al descomponerse.
Este tipo de energía también tiene potenciales impactos negativos como la competencia por el suelo con la producción de alimentos, las emisiones causadas por el cambio de uso de la tierra, la deforestación y la pérdida de biodiversidad. La bioenergía mal gestionada puede contrarrestar los impactos positivos.
Matriz eléctrica
La matriz eléctrica se enfoca exclusivamente en la producción y generación de electricidad en una región o país. Esto implica un recorte en relación con la matriz primaria, porque quedan excluidas fuentes como los combustibles para el transporte, calefacción o las industrias. En 2022, el consumo eléctrico explicó el 19% de la matriz primaria total de Argentina, mientras que en el mundo la cifra es del 20% (Balance Energético Nacional, 2022; IEA, 2022).
Como las energías limpias producen mayoritariamente electricidad, estudiar la composición de la matriz eléctrica permite dar cuenta del avance de la primera etapa de la transición: abastecer de forma limpia aquel consumo energético que ya está electrificado. Sin embargo, para disminuir aún más el uso de combustibles fósiles, es necesario electrificar otros consumos de energía que hoy se abastecen mayormente con carbón, petróleo o gas, como el transporte, algunos tipos de calefacción y ciertos procesos industriales.
¿Cómo es actualmente la matriz eléctrica global? ¿Qué cambios hubo en las últimas décadas? ¿Qué ha ocurrido en Argentina?
Desde 1990 la producción de energía eléctrica más que se duplicó a nivel global
Desde 1990, la producción de energía eléctrica más que se duplicó a nivel global como consecuencia del acceso de los hogares a este servicio y la suba del PIB global. Este aumento se vio motorizado por casi todas las fuentes de energía primaria, con excepción de la nuclear y el petróleo, que presentaron menor dinamismo en términos absolutos.
A nivel global, la fuente de energía primaria que más aumentó su participación en la matriz eléctrica fue el gas natural, que más que triplicó su producción entre desde 1990. El carbón también creció notoriamente desde 1990, más que duplicando su producción. Esto se debe al crecimiento económico de China e India, en donde el carbón es altamente protagonista en la matriz eléctrica. Por otro lado, la energía hidráulica duplicó su producción absoluta entre 1990 y 2023.
Las fuentes renovables no convencionales (eólica, solar y otras) comenzaron a aparecer a partir del cambio de milenio, pero aún representan una porción modesta del total de la producción eléctrica (16%).
El gas explica cerca de la mitad de la generación eléctrica de Argentina
La producción de electricidad en Argentina se triplicó desde 1990, acompañando la universalización del acceso a la electricidad en todo el país que pasó del 93% al 100%, y el crecimiento económico y poblacional.
El incremento de la producción de gas natural por casi 4 veces fue el principal motor de dicho crecimiento. De este modo, incrementó su peso en la matriz eléctrica desde el 39% en 1990 al 47% en la actualidad.
A diferencia de otros países, en las últimas décadas el rol del carbón no fue predominante en Argentina, principalmente por la escasez de este recurso. El bajo peso del carbón explica por qué la matriz energética en Argentina aporta menos emisiones por unidad de energía en comparación a muchos otros países del mundo.
La participación de las energías limpias en la matriz eléctrica argentina es similar a la media mundial y mucho menor a la regional
La participación de las energías limpias en la matriz eléctrica argentina es del 40,5%. Esta cifra es similar a la media mundial (39,3%) y mucho menor al promedio de Sudamérica (76,5%). En Sudamérica, este fenómeno obedece al alto peso que tiene la energía hidroeléctrica en Brasil (60,5%), Colombia (62,5%) o Paraguay (100%).
En Argentina, la hidroelectricidad explica el 21,6% de la energía eléctrica y es la principal fuente limpia. Le siguen la eólica (9,4%), la nuclear (5,8%), la solar (2,1%) y las bioenergías (1,5%).
La generación de energía renovable en Argentina depende de los recursos disponibles en cada región
La generación de energía renovable no convencional se distribuye de manera heterogénea a lo largo del territorio argentino, tanto en cantidad de MW como por el tipo de fuente. Las regiones que tienen mayor potencia instalada son la Patagonia, Buenos Aires y el Noroeste (NOA). Un segundo grupo son Cuyo, Centro y Comahue. Por último, con una participación mucho menor, están el Litoral y el Noreste (NEA).
Las características naturales de cada una de las regiones inciden fuertemente en la tecnología renovable no convencional adoptada. Por ejemplo, en el NOA y en Cuyo, que son zonas de muy elevados niveles de radiación solar, predomina la energía solar fotovoltaica. En la Patagonia, Comahue y Buenos Aires, donde suele haber mayores vientos, se destaca la generación eólica. En el NEA y el Litoral, regiones de base agroindustrial y con importante peso de la foresto industria, lo poco que se produce es en su gran mayoría bioenergía. Casi todas las regiones (salvo NEA y Buenos Aires) tienen algo de participación de la pequeña generación hidroeléctrica.
Transición energética y emisiones de carbono
El objetivo principal de la transición energética en curso es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Entender las causas detrás del incremento de las emisiones de CO₂, las cuales constituyen la mayoría de estas emisiones, es crucial para desarrollar estrategias efectivas de mitigación. ¿Qué pasó con las emisiones de carbono en las últimas décadas en el mundo? ¿Y en Argentina? ¿Qué factores explican dicha evolución?
¿Qué vínculo hay entre energía y emisiones de CO₂?
El sector energético es responsable de casi tres cuartas partes de las emisiones totales de dióxido de carbono a nivel global, por lo que las medidas de mitigación que tienden a descarbonizar la generación, transporte, distribución y consumo de energía son fundamentales en la lucha contra el cambio climático. Una herramienta que resulta útil para comprender las causas detrás del incremento del CO₂ en el sector energía es la llamada Identidad de Kaya.
La identidad de Kaya es una ecuación que nos permite entender las emisiones totales de dióxido de carbono de un país o región. Dicha identidad muestra que las emisiones de carbono dependen de tres grandes factores:
- La población. A mayor población, más consumo y por tanto más emisiones, dado que no sólo hay mayor consumo de energía en los hogares sino que para producir más bienes y servicios las empresas consumen más energía y otros recursos.
- El ingreso/consumo per cápita. Cuanto mayores son los ingresos de una sociedad, mayor es el consumo per cápita y, por tanto, las emisiones.
- La tecnología. La tecnología determina cuántas emisiones se generan por unidad de producción/consumo. La dimensión de la tecnología puede dividirse a su vez en dos.
i) La intensidad energética de la economía: cuánta energía consumimos por unidad de producto/consumo.
ii) La intensidad de carbono de la matriz energética: cuántas emisiones de CO₂ hay por unidad de energía consumida.
Desde 1965 hubo mejoras en la eficiencia energética y en la huella de carbono de la matriz energética, pero insuficientes para reducir las emisiones de carbono
Desde 1965 se ve una disminución constante de la intensidad energética producto de las mejoras en la eficiencia energética y del mayor peso de los servicios (que requieren relativamente menos energía que la industria) en el PIB global. Del mismo modo, disminuyó la intensidad de carbono por una creciente participación de energías más limpias. Sin embargo, esto no ha sido suficiente para compensar el impacto que tuvieron el incremento de la población y del PIB per cápita. Como resultado, las emisiones de CO₂ en el mundo crecieron más de 200%.
Dado que la transición energética en Argentina ha sido lenta, las emisiones de CO₂ han estado determinadas mayormente por los ciclos económicos
En Argentina, la evolución de las emisiones de CO₂ desde 1965 estuvo fuertemente asociada a las fluctuaciones económicas. También, estuvo ligada al crecimiento demográfico. Ambos factores repercutieron en el consumo de energía y, por tanto, en las emisiones.
En los periodos de crisis (1998-2002; 2009; 2018-2020), la caída en la actividad económica y la contracción en el PIB per cápita explican la disminución de las emisiones. Desde 2011 se registra un estancamiento de la actividad económica y una relativa estabilización de las emisiones.
Por su lado, el lento avance de la eficiencia energética y de las energías limpias en Argentina explica por qué no hubo grandes movimientos ni en la intensidad energética ni en la intensidad de carbono.
Referencias
Bibliografía
Energy Institute Statistical Review of World Energy (2024).
Kaya, Y. and Yokoburi, K. (1997). Environment, Energy, and Economy: Strategies for Sustainability. United Nations University Press, Tokyo.
Ritchie, H. (2020). What are the safest and cleanest sources of energy?. Our World in Data.
Smil, V. (2017). Energy Transitions: Global and National Perspectives. Praeger.
Cita sugerida
Aneise, A. J., Möhle, E. y Schteingart, D. (2024). Transición energética. Argendata. Fundar.